Del 23 al 28 de enero de 1939, hace 85 años, se realizó en La Habana el Congreso Constituyente de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), actual Central de Trabajadores de Cuba, y fue electo Lázaro Peña González como secretario general por el liderazgo que había ganado con sus luchas sindicales.
Ese humilde luchador nació en un hogar habanero del barrio de Los Sitios en 1911, dedicó su vida al Partido Comunista y a organizar a los trabajadores para enfrentar las injusticias, por lo cual es un referente imprescindible cuando se hable del movimiento obrero cubano.
Hijo de un carpintero y albañil eventual y de una despalilladora de tabaco tuvo que aprender los oficios del padre desde casi niño al quedar huérfano y tener que abandonar la escuela con apenas 10 años.
«Pobre y negro, estaba en la base doliente de una pirámide de opresiones», solía decir acertadamente refiriéndose a Lázaro el intelectual cubano Juan Marinello. De joven quiso ser violinista, pero se vio obligado a ganarse el pan para ayudar a su familia y desde niño vivió la dura vida del trabajador cubano, aunque nunca se desprendió de aquella vocación musical y desarrolló una afición por la lectura que le permitió alcanzar un amplio perfil cultural.
En sus 63 años de vida este dirigente comunista, a cuyas filas ingresó con 18 años en 1929, sufrió prisión en varias ocasiones por su actividad contra la tiranía de Gerardo Machado y en 1934, con 23 años, fue elegido miembro del Comité Central del Partido Comunista, secretario general del Sindicato de Tabaqueros y miembro del Comité Ejecutivo de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC), la cual pasó a dirigir en 1935.
La CNOC, bajo la guía del Partido Comunista, llevó a cabo dos importantes huelgas: la primera en agosto de 1933 que derribó al g