Por estos días, la temperatura en Los Alpes suizos, donde se celebra el Foro de Davos, oscila sobre los menos dos grados, y alcanza hasta más tres alguna que otra tarde.
En el recinto se reúnen, en lo fundamental, jefes de Estado y empresarios, estos últimos entre los más adinerados del planeta, junto a algunos que todavía creen en ese tipo de convite, y uno que otro personaje que fue allí, en busca de un espacio mediático conveniente para desbarrar de Rusia y procurar más armas y ayudas.
También se vio a un mandatario, en una sala de conferencias casi vacía, asegurar, entre otros disparates, que «el Foro está contaminado por la agenda socialista», o que «el sistema capitalista es el único moralmente deseable», porque puede acabar con la pobreza.
No son inventos. El primer caso es el del Presidente de Ucrania, que viajó a Davos a procurar más apoyo de Occidente, para enfrentar su guerra contra Rusia, y el segundo el de Javier Milei, quien dejó a un lado las protestas del pueblo argentino, luego de su asunción al po