Leo mucho y siempre. Leo en formato físico y digital, pero prefiero el papel. Me gusta leer con un lápiz, bolígrafo o resaltador en la mano, y subrayar. No importa que las líneas sean perfectas.
Lo que disfruto, al dejar marcadas las frases que resonaron en mí, es ese proceso de apropiación, de intercambio con el texto, que me permite volver tras de mis pensamientos, incluso años después.
No entiendo el libro como algo sagrado en tanto objeto, a pesar de que ame palparlo u olerlo, lo que lo hace maravilloso es su contenido. Tampoco me molesta llegar a textos que han sido subrayados o anotados por anteriores propietarios; por el contrario, lo agradezco, me parece un viaje increíb