La Asamblea de Cineastas es quizás la iniciativa con mayor potencia para hablar sobre esta pareja de baile que es el arte y el activismo a día de hoy en Cuba. Su rastro precede a la fecha del mes de junio cuando se constituyó. Surge, como sabemos, a raíz de un acto de censura, otro entre tantos que dejan su marca en un largo trazado de violencia institucional que ejerce un funcionariado castrador, que se mueve al amparo del Ministerio de Cultura y lo hace no para proteger la cultura cubana, sino sus poderes individuales.
La Asamblea se ha creado para cuestionar y cambiar esta política. Cuenta actualmente con algo más de 450 artistas, en su mayoría cineastas, que viven dentro de Cuba y también fuera. Borrar esas delimitaciones geográficas, más que un propósito a conquistar, es un acto constitutivo de resistencia, un acto constitutivo de democracia y un acto de emancipación cultural.
Este audio es una entrega más dentro de las conversaciones que he concebido para La Joven Cuba y que serán publicadas progresivamente, en varias partes. Iniciamos el diálogo con uno de los miembros más relevante y lúcido del Grupo de Representantes, Gustavo Arcos, profesor y crítico de cine. Más adelante, se unirán a la conversación dos miembros más del Grupo de Representantes de la Asamblea, dos mujeres, ambas productoras: Rosa María Rodríguez y Katherine T. Gavilán.
Gustavo, la última vez que hablamos me comentaste que estaban trabajando o creando una serie de estatutos. Tengo entendido que Esteban Insausti y tú moldearon un primer borrador al que luego se sumaron nuevas propuestas del resto de miembros, ¿es así?
Gracias, Alejandra, por invitarnos a esta conversación, en este caso sobre la Asamblea de Cineastas. Me preguntas por el trabajo que hemos hecho sobre los estatutos o normas de la Asamblea. Nosotros entendemos que una vez ya constituida y estructurada, el momento de establecer un grupo de normas había llegado. Intentamos responder a preguntas como: ¿para qué existimos?, ¿cuáles son nuestros objetivos?, ¿qué pretendemos?, ¿qué soñamos como Asamblea o gremio?. Por eso fue que Esteban y yo decidimos empezar a trabajar sin ser ni él ni yo, por supuesto, juristas ni estudiamos derecho en este país, pero sí nos motivaba este deseo de pensar para qué existimos y por qué estamos haciendo todo esto.
Ahí, entonces, surgieron toda una serie de aspectos, de artículos, de normas que tratamos de darle una estructura y una forma similar a los estatutos o leyes que existen en nuestro país, y después someter este cuerpo de ideas a consideración de los juristas para que ellos lo trasladen a ese lenguaje jurídico. Se hizo, entonces, esta especie de borrador que promueve una serie de cuestiones que tienen que ver con la Asamblea. Lo sometimos a la consideración del resto del Grupo de Representantes para que también aportaran, enriquecieran o señalaran posibles cambios. Es ahí que se incorporan de manera activa otras voces —Ernesto Daranas, Fernando Pérez, Kiki Álvarez— que introducen nuevos aspectos. Hemos tratado de tener siempre una conexión con ese espíritu democrático y participativo que hizo resurgir a la Asamblea.
Tenemos muchos miembros que están fuera del territorio nacional. Por tanto, hicimos un grupo de WhatsApp que de momento es nuestro espacio principal de participación. Fue sometido al análisis de esa membresía y escuchamos propuestas de unas 80 personas. Este procedimiento nos permite tener un documento bastante amplio que le otorga un peso conceptual a la Asamblea, define objetivos y modos de trabajar. Es un texto esencial que nace de un consenso, de una discusión colectiva.
Entre las normas que menciona Gustavo, creo que uno de los objetivos es retomar aquellas conversaciones sobre la ley de cine, insistir en la necesidad de su existencia. Esto a su vez, incluía la creación de una Academia, de un fondo de fomento y de una comisión fílmica. Si te parece bien, hablamos un poco de esto.
Efectivamente, insistir desde nuestra posición de Asamblea en la importancia de una Ley de Cine, insistir en este dispositivo legal es fundamental. Nosotros tenemos un concepto desde el grupo de representantes que es tratar de rescatar eso: el cine como un sistema. Es decir, en Cuba hay una fractura profunda de esa articulación que debe haber entre la producción cinematográfica (hacer las películas), su distribución y exhibición. El imprescindible contacto con el público, los espectadores en las salas o en todas las plataformas digitales, de visualización o descarga que existen en el mundo contemporáneo.
Nosotros sentimos que el cine cubano tiene que empezar a andar ese camino. Estamos realmente muy atrasados en ese punto, por no decirte que estamos en pañales. En Cuba se ha fracturado un sistema que funcionó de alguna manera, un sistema industrial del cine. Eso está hoy fracturado. En este momento apenas existen en el país salas de cine. Hay atrasos tecnológicos, para la óptima visualización y escucha de los filmes. Eso conspira con el sentido del espectáculo. En Cuba apenas hay una o dos multisalas, un modelo que lleva décadas implementándose en el mundo. Entonces, ahí tenemos un problema, porque no hacemos nada con fomentar, generar acciones, leyes, dispositivos para que se filmen las películas si luego no se exhiben. Como Asamblea estamos insistiendo en eso, en ese concepto de lo que debe ser el cine como sistema: rescatarlo. En Cuba ese sistema se perdió en los años 90.
El Ministerio de Cultura no pudo jamás resolver el problema de la crisis económica en su relación co