LA HABANA, Cuba. — Empezó el año 2024 y la economía cubana parece lejos de salir del coma provocado por la ineficiencia gubernamental, la corrupción y la improductividad.
Según expresó recientemente a Radio Rebelde el periodista Raúl Menchaca, en plan de proctólogo social: “El músculo principal de la Isla, la producción, está muy deteriorada”. Si seguimos esa línea argumental y estilística, el resto de ese cuerpo también se encuentra hecho un desastre, en un coma económico irreversible.
La cabeza del régimen padece hidropesía ideológica, los ojos muestran evidentes señales de catarata o daltonismo, la nariz está obstruida por el hedor a desechos en la vía pública y los hombros están caídos por el excesivo peso de las charreteras de los militares. Por si fuera poco, el número de glóbulos rojos en la sangre revolucionaria que, se dice, circula en el cuerpo de la nación está sobredimensionado. La linfa financiera no corre por las venas por lo deteriorado del músculo principal y la deuda con países extranjeros.
La economía cubana padece de un estado anémico creciente que le impide levantarse y caminar debido a la infección de un virus comunista inyectado en las venas. El cuerpo de la nación está completamente descuajeringado, inerte, desahuciado por los más doctos especialistas de la economía internacional, los derechos humanos, y sobre todo, por el pueblo cubano.
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