LA HABANA, Cuba.- “El activismo para mí no es más que una persona que decide no callar, una persona que utiliza la libertad de expresión y de pensamiento desde el respeto”, dice Kiriam Gutiérrez Pérez, quien no se ha callado nunca desde la primera vez que fue maltratada por un policía, cuando tenía 14 años.
Actriz, presentadora y activista por los derechos de la comunidad LGBTQ+, es la primera mujer trans que incursionó en el mundo del cine y la televisión en Cuba. Muy querida por su activismo en la comunidad LGTBI, así como por su valiente denuncia de las violaciones a los derechos humanos, Kiriam conversa con CubaNet sobre sus inicios en la actuación, sobre su compromiso con la defensa de la igualdad a pesar de experiencias difíciles, y sobre lo que siente cuando recibe el cariño de quienes la admiran.
— Cuéntanos quién es Kiriam. ¿Qué debemos saber de ti?
—Yo soy Kiriam Gutiérrez Pérez. Soy una mujer trans cubana de 47 años. Actualmente soy actriz y presentadora, y también activista por los derechos de la comunidad LGBTQ+. Kiriam es una mujer producto del sueño, de las ganas de triunfar de una niña que no es que convirtió en mujer, sino que esa niña, esa adolescente, creó la mujer que soy actualmente.
—Tengo entendido que eres de las primeras mujeres trans en incurrir en la actuación dentro de Cuba. ¿Es así o me equivoco?
—Fui la primera mujer trans que hizo cine en Cuba, en el año 2001 y la primera que hizo televisión. Fue una etapa muy linda. Yo tenía 19 años y fui la primera mujer trans también que trabajó como modelo profesional, hasta que se dieron cuenta los directores de donde yo estaba trabajando. Se enteraron por el público, que una de las noches en la pasarela empezó a gritarme “perra, dura”.
También fui la primera mujer trans que hizo una promoción de salud, en el 2000, en la lucha contra el VIH. Y fui la primera mujer trans que protagonizó un videoclip en Cuba, en el 2001, con la dirección de Lester Hamlet. Lester fue quien me descubrió y descubrí las cámaras por él.
Fue el video de “Lola”, que estuvo censurado en televisión nacional hasta el año 2008… solamente por el hecho de que la protagonista era una mujer trans. Los directores de “nuestro instituto” querían que el personaje lo hiciera una mujer andrógina y Lester se cerró y dijo que si no lo hacía yo, no hacía el video. Ni para recoger el premio Lucas (que ganó el video) pude estar. Porque ellos decidieron que yo no debía estar.
—¿Cómo valoras el mundo de la actuación siendo una mujer trans?
—Lo bueno fue la experiencia de haber trabajado con grandes directores como Benito Zambrano en Habana Blues, con Lester en “Lola”, con Ernesto Daranas en Los dioses rotos, con Marilyn Solaya en Vestido de Novia… y con los monstros de actores y actrices que he tenido la oportunidad de trabajar, como Isabel Santos, Laura de la Uz, Omar Franco, Héctor Noas. Eso es lo bueno, la experiencia y la realización de hacer lo que te gusta, de aprender.
Lo malo es que uno tiene que tener muchísima fuerza para luchar por todo lo que se viene por ser una mujer trans. Vale aclarar que desde hace 30 años trabajo como transformista. O sea, también tengo mi espacio como presentadora de espectáculos, y ahí sí que es complicado. Pero de lo malo también se aprende.
—¿Cuándo comienzas en el activismo?
—El activismo para mí no es más que cuando una persona decide no callar, cuando una persona utiliza la libertad de expresión y de pensamiento desde el respeto. Con catorce años, volviendo de una actividad de la escuela, pasamos por la esquina de 23 y L, donde había un sitio de encuentro de la comunidad gay, y yo dije, “este es mi sitio”. Y, efectivamente, ya después los fines de semana, me escapaba. Empecé a conocer gente. Y recuerdo que, con 14 años, en esa misma zona, de las tantas veces que la policía hacía recogidas en esa misma esquina, recogía a los gays porque le daba la gana, me recogieron a mí. Cuando me pidieron el carnet de identidad, tenía tarjeta de menor, el policía me dio una galleta que me dolió muchísimo. Yo decidí preguntarle a él por qué me daba una galleta. Me dijo, “por maricón”. Ahí se despertó el activismo en Kiriam. Más nunca me callé.
—¿Te sientes orgullosa de lo que has logrado con tu activismo?
—Yo soy feliz y me siento un poquito orgullosa de mí cuando la gente en la calle me reconoce. Esa gente que sabemos tú y yo que no pueden hablar. Y he estado por la calle y me han me han dicho, “¿te puedo dar abrazo?”, y me han dicho “gracias”. Ahí se siente el orgullo de saber que lo que estás haciendo está bien.
—¿Cómo valora Kiriam la vida actual en Cuba?
—No diría que esto se llama vida, porque para q