Zaida del Río (Remedios, Villa Clara, 1954) es una tormenta, una fuerza única, trepidante, creadora. Parece siempre a punto de levantar vuelo, como sus ya eternas mujeres pájaro, para conquistar un nuevo modo de plasmar la riqueza de su sensilidad, un mundo interior al que la realidad entra para salir siempre transformada en arte.
Esa búsqueda incesante la ha hecho pintora, muralista, grabadora, ilustradora, dibujante, diseñadora escénica, escultora, ceramista, performance, poeta, profesora e intérprete musical… y nunca termina.
«Ahora, por ejemplo, estoy haciendo una serie de collage con los bailarines de Acosta Danza, algo que no había hecho antes; ya lo mostraré próximamente». Lo dice en el portal de su casa, en el Vedado habanero, un espacio relativamente pequeño, donde están el caballete, los materiales de trabajo, y donde los intensos colores de la pintura se unen al verde de la vegetación circundante.
Zaida, presa aún de la emoción por la noticia: el Premio Nacional de Artes Plásticas 2023, en razón de «la obra de toda una vida, el aporte por más de cinco décadas al arte cubano, y por ser una artista co