Hoy hablaré de la miel a petición de una lectora, es una sustancia dulce y viscosa producida dentro de un panal por esas trabajadoras alquimistas incansables que son las abejas. Producto natural, lejos de todo químico dañino y de elementos perjudiciales al hombre.
Desde tiempos remotos se registra su uso para la alimentación, y existen referencias históricas de ello desde la Biblia.
Antiguos griegos y egipcios la tenían como una sustancia sagrada, y de tanto valor que hasta podían pagar sus impuestos con ella. Se han encontrado recientemente vasijas con muestras de miel bien conservada que vienen desde la antigüedad.
En el lenguaje jeroglífico egipcio, el signo de la abeja entraba como determinativo de los nombres reales no solo por la analogía que guardan estos insectos con la monarquía, sino por las ideas de laboriosidad, creación y riqueza que se derivan de la producción de miel. En la parábola de Sansón, en la Biblia, aparece la abeja como laboriosa y creativa. Fue en Grecia el emblema del trabajo y de la obediencia. Una tradición délfica atribuía a las abejas la construcción del segundo templo erigido en Delfos. En el simbolismo cristiano, en particular durante el periodo románico, las abejas representaron la diligencia y la elocuencia. Un sentido puramente espiritual se da a la abeja en la tradición indoaria y también en la musulmana. Es también la abeja símbolo de matriarcado.
La miel tiene cualidades que el hombre ha apreciado en todos los tiempos. Existen diversos tipos de miel en dependencia de la fuente de alimentación y épocas del año. En dependencia de las flores donde estas laboriosas obreras liben, podemos encontrar diversos tipos de miel, de forma natural: miel de romero, de azahar, de eucalipto, de palma, de campanilla, de flores… Por eso varían la textura, el aroma y el sabor de la sustancia. También se encuentra la miel de la tierra.
Diferentes son los usos de esta sustancia mágica en la gastronomía, la medicina, la cosmetología, etc. En la gastronomía forma parte de recetas de platos principales y también de salsas: en la repostería, en cócteles, en fin…
En cuanto a la salud, tiene la miel propiedades diversas: es antiséptica, antimicrobiana, antioxidante y antiviral. Es, además, astringente y suavizante por lo que, en cosmetología, tanto la miel como sus derivados forman parte de cremas, mascarillas, tónicos, etc.
También la miel tiene efectos energéticos. Es de asimilación rápida y altamente calórica, altamente perdurable en el tiempo y el efecto preservante se le atribuye a su baja concentración de agua.
Entre los beneficios que aporta ese fluido de color ámbar a los seres humanos encontramos los súper poderes que añade a su encanto. Su composición química le permite mantenerse fresca indefinidamente sin echarse a perder. Lo que se manifiesta en todos esos hallazgos en tumbas y pirámides de la antigüedad.
El propóleo, uno de sus derivados, está considerado como el alimento más nutritivo del planeta. Resulta eficaz contra la desnutrición, combate el desequilibrio energético y puede ser usado como regulador del peso corporal.
La miel aporta vitaminas A, C, D y el complejo B, así como minerales esenciales y ácidos, como el acético y el cítrico.
La miel es uno de las sustancias naturales más salud