Ante los considerables atrasos que muestra el programa de la vivienda en casi todo el país –agudizados por la disminución en la entrega a los territorios de acero y cemento– la producción local de materiales de la construcción constituye hoy una columna vertebral para impulsar la edificación de nuevos hogares.
De acuerdo con un informe presentado a finales de 2022 en el Consejo Nacional de Innovación, en 2010 solo existían en Cuba 55 talleres dedicados a esta labor, pero la cifra ha crecido significativamente desde entonces.
En la actualidad son más de 465 instalaciones, lo que significa que más del 80 % de los recursos que demanda una vivienda se pueden obtener de manera local.
Sin embargo, situaciones asociadas al poco desarrollo fabril de muchos de esos talleres, la insuficiente explotación de los yacimientos naturales existentes en los municipios y la falta de encadenamientos productivos, entre otros factores, hacen que este importante programa aún se encuentre lejos de responder a las demandas.
¿Cómo se refleja esta problemática en los planes constructivos de los territorios? ¿Qué papel desempeñan los gobiernos locales en la gestión de esos procesos? ¿Cuánto se puede hacer con el empleo de los recursos endógenos para impulsar el programa de la Vivienda?
Del dicho al hecho
Con la meta de lograr que cada municipio fuera capaz de obtener los recursos necesarios para poder levantar una vivienda diaria, la iniciativa ha logrado aglutinar a actores estatales y no estatales en un frente común.
En Pinar del Río, por ejemplo, ello ha permitido que todos los territorios estén en condiciones de cumplir esta meta, e incluso superarla.
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