En Lavapiés Alina no deja de pensar en La Habana. Pide un café a la entrada de un tugurio en el centro de la bohemia de la ciudad madrileña y me enseña algunas fotografías del otro lado del océano. Los niños, las ruinas, el mar. Allí, entre esas imágenes, estaba Alina. Pero también está frente a mí observando el bullicio de Lavapiés a la entrada del infierno del verano.
En su mano derecha guarda otra carpeta con algunas imágenes que alimentan mi curiosidad. Le pregunto, pero la cierra de golpe. Las fotografías solo se podrán ver colgadas en la pared cuando cumpla una de sus obsesiones. Son el testimonio gráfico de una parte de la historia de la escena del rock cubano, de una parte de su vida. La fotógrafa, como cualquier persona, conoce el momento correcto para mostrar la vida.
Alina Sardiñas. Foto: cortesía de la entrevistada.
El pasado 10 de noviembre de 2023 en la galería Luz y Oficios, en La Habana, Alina Sardiñas mostró al público cubano lo que guardaba bajo siete llaves en Madrid. Treinta y dos fotografías de rockeros cubanos que pertenecen al universo simbólico del underground de la isla.
Volví a conversar con Alina cuatro meses después del encuentro en Madrid. Ahora de este lado del océano. Entre el mar, las ausencias, las ruinas. Estamos en un tugurio de esa Habana adonde siempre vuelve hasta que las fuerzas le den. Mira las fotografías colgadas sobre la pared en la que también está colgada su vida.
La fotógrafa resplandece. No le ha resultado fácil lograr la exposición «Light My Fire». Los preparativos han corrido por su cuenta y la muerte se ha llevado a varios de los fotografiados, quienes fueron sus amigos. Le puso empeño y realizó su acto de justicia con el rock cubano, con lo que ha sido y con lo que es ella.
La expo es un homenaje a la resistencia de un sector social preterido que ha encontrado en el rock y en el metal una forma de vida para imponerse a la exclusión y a las normas sociales impuestas desde la hegemonía del poder. La inauguración fue una celebración y un punto de encuentro no solo entre los protagonistas, sino también entre varias personas que se han entregado a la defensa de la escena que se mantiene en los márgenes de las narrativas oficiales.
Alina abraza a María Gattorno, fundadora del extinto Patio de María.[1] Le comenta sobre la expo con la sonrisa que siempre le dibuja las líneas del rostro y la devuelve a su adolescencia. Comienza a hablar. De las fotos, de la música que la cautivó desde temprano, de Jim Morrison y de la puerta que se abrió a la entrada de sus 14 años para mostrarle la infinidad del mundo en que el «Rey Lagarto» comenzó a encender su fuego.
«“Light My Fire” (a su vez, título de una canción de Jim Morrison) son fotos hechas a frikis —que hoy tienen más de 50 años— en sus cuartos. No solamente en La Habana y en algunos de sus municipios y pueblos, también en otras provincias. Quise ir al oriente del país, pero me quedé con los pasajes en la mano, literalmente. Primero la pandemia y luego el ordenamiento me dejaron “en tierra”. Los personajes de este trabajo son personas “anónimas”. El único músico es Jorge L. “Colo” —guitarra de la banda Combat Noise—; según sus palabras él es “en primer lugar, friki”».
¿Cuántas fotos incluye la expo?
Las parede