LA HABANA, Cuba. — Viendo el estado de abandono y suciedad en que hoy se encuentra Parcelación Moderna, el barrio suburbano del municipio Arroyo Naranjo, al sur de La Habana, donde nací y resido, es difícil imaginar que alguna vez tuvo mejores tiempos.
En 1959, cuando no constaba de más de sesenta casas y poco más de 200 pobladores, Parcelación Moderna era un reparto residencial de clase media, bien cuidado y bonito, con perspectivas de crecer y prosperar.
Parcelación Moderna está conformado por nueve calles horizontales y nueve transversales. Viene a continuación del pequeño poblado El Calvario (a menos de un kilómetro), a un costado de la Calzada de Managua, que lo separa del Reparto Eléctrico, y termina en la calle 100.
Los trabajos de urbanización y las primeras casas se hicieron en la segunda mitad de la década de 1940, en terrenos parcelados que por entonces pertenecían al municipio Guanabacoa. Un Consejo de Propietarios y Vecinos y un administrador designado por el dueño de los terrenos, que se encargaban de que todo funcionara bien.
Había un estricto orden urbanístico, las calles estaban limpias; el césped, los jardines y los patios, cuidados. El administrador, René Roque Sosa, que era un hombre exigente y meticuloso, velaba por todo.
Había un solo médico en la zona, mi padre, Enrique Cino, que tenía una consulta en los bajos de su casa, donde atendía a la hora que lo necesitaran y no cobraba a los que no tenían dinero.
Aunque no había robos ni hechos de violencia —según refieren los más viejos— y los vecinos se llevaban bien, había un sereno que, armado con un Colt 38, velaba en las noches por el orden y la tranquilidad.
La decadencia del barrio empezó a inicios de la década de 1960, cuando varias familias se fueron del país y el Gobierno entregó sus casas a oficiales y soldados de las Fuerzas Armada