Desde los Juegos Olímpicos de Barcelona-1992, Cuba siempre ha estado presente en el podio de la división de +78 kg del judo. Estela Rodríguez, en la ciudad condal y en Atlanta-1996, abrió el camino que siguió Daima Beltrán, en Sídney-2000 y en Atenas-2004.
En Beijing-2008, una joven de 18 años mantuvo la senda del éxito con una presea de bronce. Cuatro años después ascendería a lo más alto del podio en la capital británica, a lo que sumaría los subtítulos de Río-2016 y Tokio-2020. Idalys Ortiz, con ese botín, igualó a otra leyenda del judo cubano: Driulis González.
Idalys es, sin duda, una de las más grandes atletas cubanas. Hoy está en zona de clasificación rumbo a sus quintos Juegos Olímpicos. Se dice fácil, pero detrás hay más de 20 años de entrega al deporte de alto rendimiento.
Sobre cómo ha vivido este ciclo olímpico y qué supone llegar a París-2024, le habló a Granma.
–Antes de Tokio-2020 se decía que quizá sería su última gran oportunidad olímpica. Llegó, entonces, la medalla de plata y está cerca de llegar a París. ¿Cuál ha sido la clave para mantenerse en la élite mundial?
–Siempre dejé esa incógnita de que pudieran ser los últimos Juegos Olímpicos, pero no había nada definido. Se sabe que mi división, en comparación con las demás, permite durar un poco más en la alta competición.
«Ha sido un cuatrienio o trienio –por la posposición de un año de Tokio-2020, debido a la pandemia de la