LA HABANA, Cuba. – La prensa oficial está muy atenta a las reformas en Argentina. Los voceros del régimen critican severamente los cortes y recortes de Javier Milei, se alarman por el destino de los “pobres argentinos”, pero, hipócritas amnésicos como siempre, esquivan realizar cualquier análisis o emitir una opinión sincera sobre la situación en Cuba donde, por ejemplo, la venta de máquinas para contar dinero se ha disparado en los grupos de internet, la gente las importa por cantidades, porque para comprar un mazo de zanahorias o de lechuga se necesita otro buen mazo de billetes.
El dólar va escalando por sobre los 270 pesos cuando apenas en noviembre del 2022 algunos veían como imposible que superara los 200; incluso en agosto de este mismo año muchos auguraron que una vez alcanzados los 245 —como si se tratara solo de superar la marca olímpica de Javier Sotomayor— volvería a retroceder “porque si Nicaragua iba a cerrar”, “porque si ya todo el que se iba se fue”, “porque las nuevas medidas del Banco”, porque esto o aquello, pero la realidad es que frente a una moneda nacional que se devalúa aceleradamente y que de poco sirve, el dólar es la única garantía de estabilidad para quienes vieron sus ahorros evaporarse por obra y gracia no de Javier Milei sino de una Tarea Ordenamiento cuyos principales eslóganes, de no ser porque fueron dichos muchísimo antes por Raúl Castro, parecieran traídos de Buenos Aires: “se acabó el dinero”, “se acabaron las gratuidades”.
Pero ojalá las odiadas frases de aquí hubieran llegado de allá, donde aún queda la esperanza de que se logre arreglar lo que los dos Fernández arruinaron con sus hipocresías izquierdistas y manos sueltas, y donde los efectos inmediatos de las reformas económicas, aunque duros, se han dicho sin pelos en la lengua, es decir, sin prometer vasitos de leche para todos y que “nadie quedará desamparado” porque la realidad nuestra es esta bien lamentable que conocemos.
A pesar de mipymes, paroles humanitarios, bodas de la socialité española en la Catedral de La Habana y hasta un Tesla rodando en la Isla de los apagones, la nuestra es una realidad que cada día se recrudece, que en opinión casi generalizada de quienes la sufren es suficiente para calificar estos dos últi