Pocas veces en la historia de un país un reencuentro de hermanos de sangre y lucha significó tanto para el futuro de un pueblo y las esencias de su nación.
Allí, en Cinco Palmas, donde la Sierra Maestra arropó el verde olivo de una guerrilla rebelde, se perpetuó para la posteridad aquella jornada decisiva del 18 de diciembre de 1956, en la que un abrazo redentor y una profecía inquebrantable hicieron renacer la esperanza y afianzar la fe en la victoria.
Hay tanto de simbolismo en aquel encuentro entrañable entre lomas, que su épica inspira siempre, pues quiso el destino que, tras el desembarco azaroso de los expedicionarios del yate Granma por Los Cayuelos, el revés de Alegría de Pío, la muerte de algu