LA HABANA, Cuba. – Los ancianos famélicos, los niños desnutridos, las madres y los padres en las colas de pan “liberado” para entretener el hambre, las pequeñas cuotas de arroz y azúcar pendientes desde noviembre, los muslitos de pollo yanqui excluidos de los cinco productos del módulo en venta mensual y el paquetico de salchichas en veremos, los salarios y pensiones insuficientes para comprar los alimentos esenciales en el mercado libre, los vagabundos escudriñando los depósitos de basura en las calles, los enfermos y los centros de salud sin medicamentos, las paradas de los ómnibus más repletas que de costumbre, los mercados agropecuarios con pocos productos y altos precios, los apagones, el agua insuficiente, las viviendas superpobladas y a punto de derrumbe, los asaltos callejeros, los teléfonos celulares arrancados de las manos, los feminicidios y el desplome de los valores éticos y morales…
En medio de ese panorama llegan la mayoría de los cubanos al 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Hay varias Cubas. Solo quienes reciben el dinero enviado por parientes y amigos desde el exterior pueden afrontar la escasez de alimentos, medicinas y la inflación originada por la Tarea Ordenamiento, aunque ya no rinde como antes. Mientras tanto, los dirigentes del Partido Comunista y el Gobierno, los miembros de las Fuerzas Armadas y represivas, los empleados por entidades extranje