Por Joshua M. Pearce, Western University
En un análisis reciente de más de 180 artículos revisados por pares –que llevé a cabo con el también investigador Richard Parncutt– descubrimos que se ha formado un consenso científico en torno a la llamada regla de las 1000 toneladas.
La regla de las 1000 toneladas afirma que muere una persona cada vez que la humanidad quema 1000 toneladas de carbono fósil. Sorprendentemente, hemos descubierto que un aumento de la temperatura de 2º C equivale a mil millones de personas muertas prematuramente durante el próximo siglo a consecuencia de una amplia gama de alteraciones climáticas relacionadas con el calentamiento global.
Estas conclusiones se derivan de una revisión de la literatura climática que intentaba cuantificar las muertes humanas futuras a causa de una larga lista de factores.
Se trata de un recuento escalofriante y, por incómodo que resulte, es coherente con diversas pruebas y argumentos de múltiples disciplinas.
Mientras los líderes mundiales se reúnen para la conferencia sobre el clima COP28 en Dubái del 30 de noviembre al 12 de diciembre, haríamos bien en recordar que sus decisiones serán directamente responsables de matar –o salvar– vidas humanas reales.
Cómo nos matará el cambio climático
El cambio climático provocado por el hombre ha matado –y seguirá matando– a muchos seres humanos por numerosos desajustes climáticos causados por una compleja red de mecanismos directos, intermedios e indirectos.
Entre los efectos mortales directos del cambio climático se encuentran las olas de calor, que ya han causado miles de muertes humanas y suponen un gran riesgo para bebés.
Las causas intermedias de muerte son las malas cosechas, las sequías, las inundaciones, las condiciones meteorológicas extremas, los incendios forestales y la subida del nivel del mar. Las malas cosechas, en particular, pueden agravar el hambre y la inanición en el mundo.
Las sequías más frecuentes y graves pueden provocar más incendios forestales que también causan muertes humanas, como vimos en Hawái. Las sequías también pueden provocar contaminación del agua, enfermedades más frecuentes y muertes por deshidratación.
El Informe del IPCC de 2022 predijo que la sequía desplazaría a 700 millones de personas en África de aquí a 2030.
Por otro lado, el cambio climático también puede provocar inundaciones (y pérdidas de cosechas por exceso de agua), que también causan hambre y enfermedades. La subida del nivel del mar y la consiguiente sumersión de las zonas costeras bajas y las marejadas ciclónicas agravan el riesgo de inundaciones, que ponen en peligro la vida de miles de millones de habitantes de las ciudades costeras que se enfrentan a la perspectiva de una migración forzosa.
El cambio climático también aumenta los fenómenos meteorológicos extremos, que matan y causan daños considerables a servicios esenciales como la red eléctrica y las instalaciones médicas. La intrusión de agua salada también amenaza la agricultura costera, reduciendo aún más el suministro de alimentos.
Por último, el cambio climático también aumenta indirectamente la probabilidad de conflictos y guerras. Aunque el consenso académico sobre la guerra inducida por el cambio climático dista mucho de estar resuelto, hay pocas dudas de que amplifica el estrés y puede causar conflictos más localizados.
A medida que aumente el número de refugiados climáticos, los países más alejados del ecuador podrían negarse cada vez más a ofrecer asilo. En el peor de los casos, el colapso social es posible y un reciente estudio alerta de que podría ser devastador.
Aún estamos a tiempo
Mil millones de muertes es una perspectiva aterradora, pero no se prevé que todas ellas se produzcan a la vez. De