Antonio del Conde Pontones. Foto: Cortesía de la autora.
El 28 de septiembre de 2022 un equipo de realización llegó a la colonia mexicana de Cuauhtémoc para entrevistar a Antonio del Conde Pontones, el dueño del Yate Granma, más conocido como El Cuate. Cámara en mano y oídos prestos, su perro fue el primero en recibirnos. No tardó en llegar, con paso lento pero feliz.
La modestia de su hogar —ya acomodado en la sencillez que ofrece la longevidad, donde bien poco se necesita— supo recibirnos con todo el calor humano unos meses antes de pasar a la inmortalidad.
A la edad de 96 años, sin ya ser un hombre misterio —como cuando en el año 1956 conociera a Fidel, momento en el que, al sumarse a la causa cubana tuvo que sumirse en la más absoluta discreción— narró a cuatro jóvenes realizadores, con memoria exquisita, la gesta cubana desarrollada en México.
¿Cuándo y cómo se conocen El Cuate y Fidel?
–En 1956 ambos teníamos la misma edad. Yo había nacido en enero y Fidel en agosto. Recuerdo ese día: en la armería que tenía, llegó un joven preguntando por acciones de mecanismos belgas. Tres veces Fidel me repitió la misma pregunta, exactamente igual. A lo que solo le respondí: “Señor, yo no sé quién es usted, pero si lo desea, yo lo ayudo”. Y fue así como nos presentamos y, sin saberlo, sellamos para la historia de Cuba y México una amistad inquebrantable.
¿De Fidel, qué fue lo que más llamó su atención?
–Conforme lo fui conociendo me interesé más por su causa. En el año 1956 me dediqué a estar a sus órdenes: primero con las armas y luego con el transporte. Luego seguí colaborando hasta que me apresaron. ¡Y me sacó Fidel!
El Cuate recuerda a Fidel y otros héroes de aquella gesta. Foto: Cortesía de la autora.
¿Qué significa Cuba para El Cuate?
–A Cuba yo la siento como mi Patria porque la Revolución que nos enseñó el Comandante cumple con todos los ideales humanos. Su principio siempre fue ir venciendo los obstáculos con el apoyo de su pueblo.
¿El libro La historia del Yate Granma lo escribió en el año 2000?
–Sí, por esas fechas. El Centro