Miriam López* es una cienfueguera que cursaba el primer año de la especialidad de Angiología y que en agosto de 2023 decidió pedir la baja del sector de la salud. Las razones principales fueron el agotamiento psicológico y el miedo a ser regulada y no poder salir del país. «Mis jornadas laborales eran guardias que comenzaban un día y no sabía cuándo terminaban, porque no llegaba el sustituto o los pacientes eran tantos que no podíamos irnos y dejar el servicio de urgencias lleno», confesó a elTOQUE.
Las palabras de Miriam ilustran algunas de las causas por las que cada día es más notoria la reducción de la plantilla del Ministerio de Salud Pública; ello se traduce en tiempos de espera más largos para los pacientes y una menor calidad de la atención sanitaria, además del aumento de la presión sobre los profesionales sanitarios que siguen trabajando.
El Anuario Estadístico sobre Salud y Asistencia Social correspondiente a 2022 registraba 510 781 trabajadores, lo que suponía un decrecimiento de 46 663 trabajadores respecto a 2021; en estos números se incluyen técnicos superiores, medios y básicos, tecnólogos y otros del personal de la salud. Los testimonios y la percepción social de un sector con pocos profesionales parecen indicar que la tendencia al decrecimiento continúa.
Desglosando los números, entre 2021 y 2022 Cuba perdió más de 12 000 médicos, 7 000 enfermeros y 3 000 estomatólogos; quizás afectados por la crisis migratoria, los salarios insuficientes para enfrentar la inflación, la falta de insumos básicos para realizar su labor y el aumento de la jornada laboral por las bajas sin cubrir. Ante este escenario el Ministerio de Salud Pública comienza a aplicar algunas medidas como la autorización del pluriempleo y el pago de horas extras.
«Yo no me gradué para sufrir mi profesión, si seguía por ese camino iba a terminar amargada; además, las perspectivas de realización personal en este país son nulas, por eso decidí comenzar a buscar alguna maestría en el extranjero y ver si tengo suerte y me escogen para alguna en México o España. Aquí no aguanto más», asegura Miriam.
Las causas y las «soluciones»
La falta de motivación y las exigencias económicas de un país marcado por una inflación cada vez mayor llevan a que muchos profesionales, aun cuando no tienen planes migratorios, abandonen la profesión médica a la que dedicaron varios años de estudios.
Lisset Castaigne, médico pediatra intensivista, es una de las sanitarias que en la actualidad busca empleo en otra área que no tenga que ver con la salud. «Me apasiona la sonrisa de un niño, pero no puedo salvar vidas cuando mi salario no me da para comprar comida o cualquier cosa básica; sin contar que haces milagros con nada, prácticamente». El éxodo de profesionales con décadas de experiencia hacia formas de gestión no estatal se ha convertido en una realidad casi cotidiana.
Según los datos compartidos por la Encuesta Nacional de Ocupación, en 2022 unos 6 860 profesionales de distintas ramas conformaban el 8.1 % del total de desocupados (personas que no tienen empleo, pero lo están buscando). La pregunta que se hace la mayoría de los especialistas es si encontrarán una opción salarialmente atractiva, que esté a la altura de sus capacidades y experiencias.
Tania Margarita Cruz Hernández, viceministra primera de Salud Pública (Minsap), aseguró en la Mesa Redonda transmitida el 31 de octubre de 2023 que el salario, la vivienda y el transporte de los trabajadores del sector son el centro de atención del ministerio, «porque constituyen insatisfacciones de nuestros profesionales». Sin embargo, las soluciones propuestas siguen remitiendo al «reconocimiento moral» con el que difícilmente podrán pagar un cartón de huevos.
La funcionaria explicó que «en este último trimestre del año han sido conciliadas por parte del Minsap y del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social un conjunto de medidas (…) dentro de ellas hemos aprobado y se está implementando la aplicación del pluriempleo para profesionales y técnicos, la compensación de trabajo extraordinario, así como la inco