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¿Qué mató a Flavia Herrera?

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No se sabe. Envenenamiento por insecticida han dicho, pero Pepe Herrera, en Caibarién, dice que no cree ese ni ningún otro cuento, que las autoridades no han querido investigar a fondo la muerte de su hija. Asegura haberles entregado pruebas suficientes, pero se aprovechan de que su esposa y él no pueden ir a La Habana debido a varios padecimientos de salud.

El jueves 22 de junio de 2023, Flavia Herrera Rodríguez, también conocida como La Veneno, una mujer trans de 30 años, natural de Caibarién, provincia Villa Clara, murió en La Habana sobre las siete de la noche, presuntamente a causa de un paro respiratorio mientras le inyectaban silicona en los glúteos.

La noticia de su muerte fue confirmada en redes sociales por amistades, personas allegadas y familiares. Una de las primeras fue su inseparable amiga Lulú, quien, un día después, el 23 de junio, se despidió con un emotivo post en Facebook:

“[…] no sabes el dolor tan grande que me dejas con tu partida nos vemos en el más allá y sé que donde estés me vas a cuidar porque sabes lo mucho que te quiero con todo mi corazón no te puedo explicar como es que me dejas y lo mucho que te voy a necesitar mi hermana que descanses en paz…”.

Más tarde también lo hizo su amiga Rubí Ramires (sic), quien expresó en su perfil de Facebook que a pesar del poco tiempo que la conocía, la joven fallecida le había demostrado lo que era ser una verdadera amiga, una hermana.

Los comentarios que dejaron otros usuarios iban desde el asombro y las condolencias hasta reclamos de justicia, para que su caso no quedara impune y se esclarecieran las causas de su muerte. Desde muy temprano circulaban varias versiones. Algunas apuntaban a un posible asesinato. La más repetida es la que sostiene que Flavia murió mientras le inyectaban silicona en los glúteos, en tanto otra plantea que fue por envenenamiento. En ambas versiones, se añade que hubo robo del dinero en efectivo con que realizaría el pago por el procedimiento estético, de su celular, del producto sobrante y de otras pertenencias de valor, como se detalló desde un perfil de Facebook llamado Santy Pérez Ruiz.

Este mismo perfil —al parecer falso y que más tarde fue eliminado— aseguró que Flavia fue estafada y asesinada. Exhortó a las autoridades pertinentes a que consiguieran su registro de llamadas para dar con la última persona con la que habló antes de morir y las “grabaciones de cámaras particulares con el grupo que la secuestró en plena calle, induciéndole posteriormente a tomarse lo que la mató”. La publicación no brindaba más detalles ni explicaba a qué cámaras se refería ni su ubicación.

La plataforma cubana de apoyo y acompañamiento a personas en situación de violencia machista YoSíTeCreo En Cuba solicitó ayuda para buscar más información sobre la muerte de la joven, y hasta la fecha la mantiene en un listado de casos que necesitan acceso a investigación policial.

***

Flavia Herrera (Foto tomada de su perfil de Facebook).

“Verse más bonita. Flavia lo que quería era verse más bonita, más femenina. Solo hablaba de eso”.

A mediados de junio, días antes de su muerte, Flavia viajó a Caibarién y se encontró con Sussi Carrillo, una de las amigas que siempre veía cuando regresaba a su ciudad. Estuvo en su casa. Almorzaron pizza y batido, y en la tarde se marchó en la guagua Caibarién-Habana. Había llevado la silicona que se iba a inyectar. Sussi vio los pomos. Eran tres.

No era la primera vez que se rellenaba alguna parte del cuerpo. Anteriormente se había inyectado el rostro de manera ilegal en Santa Clara y a cada rato se le hinchaba. Además de los pómulos, se inyectó los labios y el mentón. Como resultado de esa práctica, más de una vez tuvo que ir de urgencia a hospitales en La Habana y realizar tratamientos de antibióticos.

Sussi muestra una foto de Flavia antes de rellenarse el rostro, cuando estuvo en su casa y compartió con ella y con sus hijos en la Navidad de 2022, y otra después de sus tratamientos de feminización facial. “Era otra persona. Si te fijas bien sabes que es ella por el tatuaje del brazo, porque ya la cara no era la misma. Se le abofaba”, explica. Confiesa que se rumora no murió por la infiltración de la silicona en los glúteos, que nunca la llegaron a inyectar, aunque hay audios donde avisa que la persona que se lo va a hacer ya está ahí, que después escribe.

Confirma que para algunos se trató de un asesinato, y que le robaron algunas pertenencias de valor, ya que a los familiares solo les entregaron el dije de una cadena, dos pares de argollas y una argolla suelta.

Si en algo coinciden las personas allegadas que fueron contactadas y los conocidos, quienes lo expresaron mediante comentarios en las publicaciones sobre su muerte, es en que Flavia era muy querida, no tenía problemas con nadie, “no era venenosa”, ni conflictiva. Siempre hacía reír a la gente con sus ocurrencias. En Caibarién la recuerdan sus vecinos tomando café en casa de Lourdes, haciéndole la queratina a Ñaña, “jodiendo” con Lola por todo el barrio diciendo que ella era la más linda, que se prepararan, que cuando se inyectara los glúteos y volviera, Caibarién iba a temblar. No iba a haber un “pepillo” que no tuviera que ver con ella.

“Yo no me explico cómo su caso ha sido tan ignorado”, reflexiona Sussi. “No sé si es porque era trans… o porque se puso de malas y punto. Pero su vida ha valido menos que la de un perro, porque matan a un perro y salen dos millones pidiendo justicia”.

La confirmación de género no es exclusiva de personas trans

Según el informe de la encuesta mundial de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) de 2022, la demanda de cirugías estéticas se encuentra en aumento a nivel mundial, especialmente en los continentes americano y asiático. Encabezan la lista Estados Unidos, Brasil, Japón y China. Le siguen Corea del Sur, India y México.

La liposucción y el aumento de senos fueron las operaciones más demandadas. En el caso de la segunda, llama la atención que más del 50% de las solicitantes son menores de 35 años, mientras que la liposucción fue más popular entre mujeres de 35 años en adelante.

El informe también revela que los principales tratamientos realizados en mujeres, además de los ya mencionados, fueron la blefaroplastia o cirugía de párpados, la abdominoplastia y la elevación de mamas. En los hombres, por su parte, coinciden la blefaroplastia y la liposucción, acompañadas por la ginecomastia (reducción de pecho), la rinoplastia y los injertos de grasa facial.

Entre los tratamientos estéticos de mayor crecimiento con respecto a años anteriores se encuentran tanto el aumento como el levantamiento de glúteos, el levantamiento de cejas, el estiramiento de cuello y la labioplastia. Se constata también un auge de procedimientos cada vez menos invasivos, como las inyecciones de bótox y de ácido hialurónico.

En Cuba las estadísticas demuestran también un incremento de tratamientos de belleza. Un artículo publicado en Cubadebate en 2018 revela que, según datos divulgados en el II Congreso de la Sociedad Cubana de Cirugía Plástica y Caumatología, de 2001 a 2016 se realizaron en la Isla 309 469 cirugías plásticas, de las cuales la mayoría —200 508— fueron estéticas y el resto reconstructivas. Otro artículo de 2020, publicado en la revista Acta Médica con el título “Cirugía Plástica y Reconstructiva en cifras: Hospital Clínico Quirúrgico «Hermanos Ameijeiras»” (HCQHA), pone de manifiesto que entre 2016 y 2019 las cirugías más comunes fueron la mastoplastia de aumento con implantes, la abdominoplastia y la liposucción abdominal, principalmente en mujeres jóvenes. Hubo un total de 4180 pacientes intervenidos en dicho hospital.

Ninguno de estos informes y artículos especifican cuántas de estas personas son trans, y no es descabellado suponer que la mayoría de las beneficiarias de estos procedimientos estéticos de afirmación o confirmación de género son personas cis o cisgénero —aquellas que fundamentalmente no son trans—, dado que para personas trans acceder a cualquier tipo de cirugía o tratamiento estético de afirmación de género no está autorizado, o al menos es bastante restringido.

Como explico en el artículo “¿Qué es la identidad trans?”, publicado en la revista Árbol Invertido: “Suele llamársele afirmación de género al proceso y los recursos a los que acudimos las personas trans para exteriorizar o hacer visible nuestro género. Esto involucra cambios en la vestimenta, la expresión de género, modo de comportarnos, recibir consultas de salud mental, terapias hormonales para conseguir modificar la apariencia física, realizarnos cirugías y recurrir a otras tecnologías de feminización o masculinización”.

“Numerosos estudios reconocen la importancia de las terapias de afirmación de género, puesto que reducen los altos índices de depresión y suicidio en personas trans, tanto adultas como adolescentes y jóvenes. Existe un consenso en la comunidad médica internacional (incluidas la Asociación Médica Estadounidense, la Asociación Estadounidense de Psicología y la Academia Estadounidense de Pediatría) de que estas acciones afirmativas de género, incluidos los bloqueadores de la pubertad y las hormonas, son una atención médica necesaria”.

De igual modo, respecto a las cirugías estéticas que van en la dirección de confirmar la identidad de género, se constata una disminución del malestar social e inconformidad corporal (comúnmente conocido como “disforia”), de la depresión y de los intentos de suicidio, y un aumento de la autoestima y calidad de vida. Es por ello que numerosos activistas por los derechos del colectivo trans enfatizan en lo significativo de comprender este tipo de cirugías como “médicamente necesarias” y no meramente estéticas.

En el caso de mujeres trans como Flavia, los procedimientos más deseados suelen ser la hormonación, la llamada “adecuación genital”, la feminización corporal —especialmente en cintura, caderas y glúteos— y los implantes mamarios, al igual que en muchísimas mujeres cis.

Como evidencia un artículo de The Hastings Center Report, también las personas cis demandan cuidados afirmativos de género. Hombres y mujeres cisgénero tampoco parecen estar del todo conformes con determinadas partes de su cuerpo, las cuales modifican y remueven. Desde tiempos inmemoriales han intervenido su cuerpo y demandado diversos cuidados y técnicas afirmativas de género: se tiñen el cabello, se hacen cortes y decorados, perforan las orejas de las bebés hembras. Hoy día además es habitual que se sometan a depilaciones láser, lipoesculturas, inyecciones de testosterona para aumentar músculos, intentos de agrandamiento de pene, rejuvenecimiento vaginal, rellenos faciales, de labios y barbilla, disminución de papada, estiramiento de piel, lifting facial, microdermoabrasión, feminización del mentón, tratamientos contra flacidez y celulitis, terapias sustitutivas de hormonas para enfrentar la alopecia, el acné, la menopausia y otros padecimientos fundamentalmente de la mujer cis, más un sinfín de procedimientos inimaginables, algunos más invasivos que otros.

Atención especial merece, sobre todo en estos tiempos, la concurrencia a gimnasios. Un elevado número de personas se interesa en acudir a estos espacios a realizar ejercicios y rutinas, en muchas ocasiones para aumentar glúteos, tonificar muslos y piernas, marcar bíceps, tríceps y los llamados cuadritos del abdomen, incrementar la proyección visual de caderas, afinar cintura, y conseguir variadas modificaciones corporales que no hacen sino remarcar las características asociadas a los géneros correspondientes. Son, al fin y al cabo, cuidados afirmativos de género que socialmente se camuflan como interés en estar saludable y en practicar una cultura fitness.

Sin embargo, solo en el caso de personas trans emergen la histeria colectiva y los pánicos sociales cuando de técnicas de afirmación de género e intervenciones quirúrgicas se trata. Grupos conservadores y antitrans suelen tildarlas de mutilaciones y operaciones antinaturales o por capricho, desplegando un arsenal de bulos sobre la salud trans. Se tiende a pensar que las cirugías demandadas por personas de este colectivo no son imprescindibles para su salud, y esto es debido a una mirada reduccionista del propio concepto de salud, solo enfocada en lo corporal, sin tener en cuenta lo que ocurre a nivel psicológico a partir de la percepción de cada individuo y el cómo quiere verse a sí mismo.

Todo ello es resultado de lo que desde los estudios trans y los transfeminismos se ha llamado “cissexismo”: la idea de que el género y el cuerpo de las personas cis son más auténticos, legítimos y naturales que los de las personas trans. La realidad es que tanto cuerpos cis como trans —y cualquiera que pudiera quedar fuera de estos—, hoy día, pueden dar cuenta de una serie de tecnologías cosméticas que modifican y afirman el género, y hasta de la propia artificialidad del cuerpo y la construcción del género.

¿Gratis para quiénes? ¿Quiénes pueden afirmar o confirmar su género?

En el ya mencionado artículo de Cubadebate de 2018, el entonces residente de tercer año en Cirugía Plástica y Caumatología del HCQHA, doctor Ariel C. Prada, expresó que en Cuba se puede acceder de forma gratuita a todos los servicios de cirugía plástica, tanto estética como reconstructiva, mientras haya una aprobación previa por parte del personal médico cualificado. “Existen procederes en los que se utilizan materiales aloplásticos (implantes mamarios, glúteos, etc.) que en el caso de la cirugía estética deben ser adquiridos por la paciente, teniendo antes la indicación de su modelo y volumen, por el cirujano plástico”, aclaró el doctor.

En 2010 el periodista Fernando Ravsberg contaba en sus Cartas desde Cuba para la BBC que los implantes de silicona eran la última moda entre las cubanas: “La demanda es enorme y no es extraño, debe ser el único país donde las operaciones de cirugía estética son gratuitas. Pueden recortarse los párpados, quitarse un poco de barriga, mejorarse el perfil con una bella nariz o remodelar los senos”.

Ante tanta demanda, explica también, el Ministerio de Salud Pública (Minsap) había decidido “protocolizar” los implantes mamarios, que hasta entonces se practicaban en los salones quirúrgicos de los hospitales durante el tiempo libre del personal médico. El citado artículo de Acta Médica, que recoge las cifras de cirugías plásticas realizadas en el HCQHA de 2016 a 2019, asegura que “El sistema de salud cubano, único por su modelo, ofrece los servicios de cirugía plástica, estética y reconstructiva de manera gratuita sin discriminar procedencia social, género, raza o profesión”. Lo cierto es que apenas tres o cuatro años después, la situación ha variado bastante y las personas trans, ni antes ni mucho menos ahora, han podido disfrutar de esos servicios del mismo modo que las personas cis.

El propio doctor Prada, quien ya no trabaja en Cuba, reconoce hoy día, en entrevista para este trabajo, que “eso ha cambiado mucho”, sobre todo por la crisis económica y del sistema médico. Aunque siempre se priorizan las cirugías estéticas reconstructivas en pacientes que han sufrido pérdidas por quemaduras, otros traumatismos, infecciones, tumores y anomalías congénitas, hubo momentos de esplendor, sobre todo antes de 2018. En cuanto al tiempo que transcurría entre que un paciente solicitaba una cirugía estética, la evaluación y la realización de esta, podía pasar un mes, dos, tres. Aunque era algo irregular, era bastante posible. Las listas llegaron a alcanzar números gigantescos.

“Recuerda que los servicios de cirugía plástica son gratuitos, hasta donde me quedé. Esto conlleva que el propio hospita

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