La situación del fútbol cubano es un sinsentido. Durante mi época de reportera deportiva en medios estatales en la isla, hace poco más de un lustro, viví una enorme cantidad de problemas en el desarrollo de la disciplina en provincia. Mientras el gusto crecía entre los cubanos, dado el fanatismo por el Real Madrid y Barcelona, el balompié nacional iba en picada.
En más de una ocasión he denunciado cada una de las calamidades del deporte que, en cuanto a apoyo material, seguía a la sombra del béisbol. Desde traslados en ómnibus Girón, vasos con sirope y un pan de bodega con mortadela de merienda, hasta escasez de uniformes, balones, spikes, medias, canilleras.
La desafortunada situación del fútbol nacional se extendía a canchas en pésimo estado, millonarias inversiones que nunca se ejecutaban o que se ejecutaban mal y a destiempo (como la del estadio «Camilo Cienfuegos» de Zulueta, en Villa Clara). Un proyecto de renovación, pero el diseño original nada tiene que ver con lo que se hizo después.
En los encuentros del Nacional de fútbol, no existía lo mínimo para atender las lesiones. Más de una vez, vi a los médicos del Expreso del Centro salir con un pedazo de hielo (de la cubeta de agua que les ponían a los atletas) para atender lesiones en el medio del campo. Solo eso, un pedacito de hielo para aliviar los golpes. Así era con el resto de los problemas.
Lamentablemente, nada de eso es pasado y supongo que en medio de una crisis como la actual las condiciones sean peores que las que narré con antelación. Lo triste es que la imagen deplorable es tendencia internacional. No se puede esconder la basura bajo la alfombra.
Esta semana, medios deportivos de prestigio (como el diario español Marca) se hicieron eco de un nuevo ridículo del fútbol cubano, más allá del resultado deportivo de 8-0 en contra en el amistoso contra Rusia, en Volgogrado, el pasado 20 de noviembre de 2023.
Se habló del mal mane