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Ruperto Herrera. Foto: Joel García
Ningún cubano ha participado en tantos Juegos Panamericanos como él. Ninguno. Suma 14 de las 19 citas convocadas. Su pierna de pivot sigue siendo la misma de cuando comenzó con 14 años en la selección nacional de baloncesto y medía 1,95 metros. Y a la hora de encestar palabras es tan preciso que la combina con una risa espontánea para esconder su timidez. Entra a la escena concertada y presentarlo es un honor: Ruperto Herrera.
Hace apenas dos días recibió un Premio de Panam Sports que nadie sabía, solo el presidente Neven Ilic. Sentado en su puesto como secretario del Comité Olímpico Cubano fue uno de los sorprendidos al escuchar su nombre. Reconoce que le temblaron las piernas para levantarse y recibir el hermoso cuadro que reza: “Por los grandes aportes que ha realizado en el movimiento olímpico de América”.
En apenas segundos pasaron por sus recuerdos no solo los 14 Juegos, sino el inicio del baloncesto en un lugar donde también jugaba pelota, aunque en honor a la verdad, no eran tan bueno en eso de batear y fildear. Allá en Marianao, específicamente en el barrio conocido como Palo Cagado, Ruperto aprendió a driblear con el balón, a taponear otros que intentaban entrar a l