LA HABANA, Cuba. – Con indignación y voz enérgica, Manuel Regoifedo Pupo, un anciano holguinero de 89 años, habla con CubaNet sobre la aguda crisis que azota a Cuba y que afecta particularmente a grupos vulnerables como niños y ancianos.
“Esto se ha puesto muy duro. Todo está muy caro. Este país es una desgracia que no tiene para cuando acabar”, lamenta.
“Mi pensión es de 1.528 pesos mensuales”, apunta Manuel. “Quiere decir que para que me alcance tengo que gastar 50 pesos diarios, algo que es imposible por los elevados precios actuales”, se explica.
Para brindar datos más concretos, Manuel cita ejemplos de su propia experiencia. “Hoy compré un repollito [col] chiquitico que me costó 150 pesos. Esa cifra equivale a tres días de mi chequera durante los que no puedo comprar nada más. ¿Tú crees que un ser humano se pueda alimentar tres días con un repollo chiquito?”, se pregunta.
“Si me como un pastel de 80 pesos ya estoy cogiendo 30 del día de mañana y 50 de hoy. En los merenderos cada mantecado vale 10 pesos. Una raspadura y un panqueque cuestan de 15 a 20 pesos. Todo muy caro. Así no se puede vivir. Eso no lo ve nadie”, se lamenta.
El anciano se siente desprotegido, sin una vía o un lugar donde reclamar. “Ahora el Gobierno ha arrendando las cafeterías y no puedes reclamarle a los vendedores. El vendedor se justifica con que está pagando el arrendamiento, la patente y que la materia prima es muy cara”.
Entre los errores y las malas decisiones gubernamentales, Man