En enero de 2017 empezó a construirse la más grande y moderna fábrica de piensos del país. Ubicada en la zona industrial en el oeste de la ciudad de Santiago de Cuba, la fábrica pretendía “convertirse en la principal industria” del producto destinado a la alimentación de animales en la isla.
La Fábrica de piensos y almacén de harina de soya de Santiago de Cuba —su nombre completo— es un proyecto ambicioso. Su inversión supera los 30 millones de pesos en moneda total. Ha sido, además, descrita como “única de su tipo en toda la región oriental”.
Dos años después del inicio de la obra, reportes oficiales indicaban que la ejecución era “acelerada” en respuesta a “indicaciones trazadas por el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez” en su segunda visita gubernamental a la provincia. En 2022, los avances registrados apenas rebasaban el 10 % de ejecución general.
Del plan al hecho, un largo trecho
Perteneciente a la Empresa Productora de Piensos Oriente (EPPO), la Empresa Nacional de Proyectos de la Agricultura (ENPA) estuvo a cargo de desarrollar el proyecto de la fábrica.
Abarca un área total de 44 mil metros cuadrados donde se agrupan 28 objetos de obra. En los seis años transcurridos desde su comienzo se ha trabajado en 25 de ellos con avances muy lentos; algunos procesos están prácticamente paralizados. En el resto, en 2022 no se habían iniciado aún las labores.
El diseño original concibió la instalación de una planta industrial automatizada con tecnología española, sin duda el principal objeto de obra. La estructura incluía el montaje de las dos líneas de producción, dos líneas de entrega de pienso ensacado y tres a granel.
Desde 2019 el equipamiento para la planta ya estaba en Cuba, pero de poco sirvió. La obra civil no se mueve. En 2022, declaraciones de los ingenieros Greny Margarita Silva y Kailer Nieto, representantes de la ENPA, mostraban que el avance en tanto tiempo estuvo “frenado por la demora de los metales importados”.
Según los especialistas, las barras de acero corrugadas estuvieron listas en 2021. Pero un año más tarde todavía se esperaba la llegada de “la estructura metálica” desde el exterior, sin la que no puede procederse al montaje de los módulos tecnológicos de producción.
Las demoras actuales son resultado de decisiones anteriores. Sobre todo si se tiene en cuenta que, como reconocieron los ingenieros, inicialmente los materiales y partes para la edificación metálica de 42 metros de altura “fueron contratados a un proveedor extranjero”. Luego se decidió “construirlos en Cuba”. Finalmente, debido a limitaciones materiales y financieras locales, se optó “por una solución alternativa en un tercer país”. Se volvió a depender de la importación.
Desde luego, también es importada la “estructura metálica” del almacén de la fábrica, segundo objeto de obra de mayor importancia y cuya capacidad se prevé que sea de 10 mil toneladas (t) de harina de soya.
Además, a la planta le faltan “diez pilotes que restan” por erigirse, parte de la estructura de base, según afirmó Silva Pérez, y no se cuenta tampoco con los “recursos para la cimentación de balsa” que requiere el almacén.
A inicios de 2020, durante una visita del entonces Primer Secretario del PCC en Santiago de Cuba, Lázaro Expósito, se reportaban trabajos en la fundición de este sistema de balsas de base, necesarias porque la fábrica se edifica en un área pantanosa. No se han terminado.
La falta de recursos parece el denominador común de la ecuación, en tanto no solo están ausentes los que de