El secretario general de la OMM, Peteri Taalas, recordó que los informes de ese organismo y del IPCC sobre el estado del clima muestran que las actividades humanas tienen un efecto sobre las tormentas de arena y polvo. Foto: OMM.
La Organización Meteorológica Mundial ha publicado su informe anual sobre la incidencia y peligros de las tormentas de arena y polvo, sus efectos a larga distancia y las repercusiones que estas tienen en la sociedad, en el que señala a Sudamérica y el Caribe entre las regiones más vulnerables al fenómeno.
El informe, además, examina cómo el cambio climático puede aumentar las zonas críticas donde se producen esas tormentas.
El informe incluye información detallada sobre un nuevo examen exhaustivo de los peligros que entraña el polvo para las Américas, compilado por 28 expertos del Nodo Panamericano de Asesoramiento y Evaluación para Tormentas de Arena y Polvo de la OMM. Se ha trazado un mapa de la vulnerabilidad al polvo centrado en los efectos sobre la salud y la seguridad, en apoyo de las instancias decisorias.
Según el reporte de la OMM, el promedio mundial de las concentraciones medias anuales de polvo en superficie en 2022 fue ligeramente superior al de 2021 debido al aumento de las emisiones procedentes del centro-oeste de África, la península arábiga, la meseta iraní y el noroeste de China.
Desde el punto de vista espacial, la concentración media anual máxima estimada de polvo en superficie tuvo lugar en la cuenca Bodélé (el Chad, África), según el “Boletín sobre el polvo en suspensión en el aire de 2022”.
En 2022, se detectaron zonas críticas con concentraciones de polvo marcadamente superiores en América Central y del Sur, la mayor parte de África Central, España, el mar Rojo, la península arábiga, el mar Arábigo, la meseta iraní, el golfo de Bengala, Asia Meridional, la cuenca del Tarim en el noroeste de China, y el océano Atlántico tropical entre África Occidental y el Caribe.
La OMM señala que cada año, unos 2 000 millones de toneladas de polvo entran en la atmósfera, oscureciendo los cielos y deteriorando la calidad del aire en regiones que pueden estar a miles de kilómetros de distancia, y afectando las economías, los ecosistemas, el tiempo y el clima.
Es, en buena medida, un proceso natural, aunque gran parte de ello es fruto de una gestión inadecuada de los recursos hídricos y de las tierras, aclara el organismo especializado de las Naciones Unidas.
La exactitud del monitoreo y las predicciones ha mejorado en los últimos años gracias al progreso de los modelos numéricos y los sistemas de observación.
El Sistema de Evaluación y Asesoramiento para Avisos de Tormentas de Arena y Polvo de la OMM (SDS-WAS), creado en 2007, se esfuerza por mejorar los avisos a través de