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El plástico recuperado se clasifica y reutiliza, según sus propiedades químicas. Foto: Filiberto/ Invasor
Cuando los caminos que conducen a las importaciones se hacen cada vez más estrechos, la cantidad de material plástico recuperado que este año se reincorporó al proceso productivo en la Empresa de Cepillos y Artículos Plásticos (Cepil) demuestra las potencialidades de la economía circular en Cuba.
Hasta el cierre de agosto, y según precisiones de Carlos Sánchez Menéndez, director técnico de la entidad, las 68,8 toneladas demuestran que acciones que implican compartir, reutilizar, reciclar materiales y productos existentes, todas las veces que sea posible, constituyen realidades de un modelo de producción que gana terreno en el Grupo Empresarial de la Industria Ligera (Gempil), integrado por más de 40 entidades del país.
Hasta el octavo mes del año el plástico que volvió a la vida útil en el Taller de recuperado, el corazón que garantiza la continuidad de las producciones en Cepil, constituye el 40,6 por ciento del total, que luego se transforma en cepillos dentales, cubetas y otros artículos de amplia demanda.
Las cuentas de Sánchez Menéndez, que parten del precio promedio de la resina plástica en el mercado externo —2500.00 USD la tonelada—, indican que lo utilizado representa un ahorro por el concepto de sustitución de importaciones que asciende a 172 500.00 USD.
Aunque el grueso de la materia prima lo aporta Gempil, el colectivo del taller también aprovecha “producciones defectuosas que generan los demás talleres de la fábrica, más todo lo que se deriva de los productos que se están haciendo, eso lo reprocesamos y lo incorporamos a la producción”, precisa Omar Osorio Mirabal, operario A de transformación del plástico y jefe de brigada.
El valor adicional que se consigue gracias al reciclaje sería un imposible si los innovadores de la emblemática entidad no echaran mano a la capacidad de reparar y renovar equipos que en otros ámbitos habrían terminado en la basura.
Un ejemplo significativo lo constituye lo que ahora devino en máquina extrusora, adaptación que asimila algunos desperdicios que no se podían moler, por ejemplo, “el nailon previamente lavado y secado que con el calor se va derritiendo, sale por el cabezal en forma de cordón y está listo para ser molido y procesado”, explica Osorio Mirabal.
“En Cepil siempre se ha recuperado, ahora lo hacemos con más intensidad. Lo único de importación que ha entrado en el 2023 a la fábrica han sido 13 toneladas de monofilamentos”, aclara la directora económica Iliana Benítez Sardiña.
Pero el colectivo sabe que no hace falta más para asumir la elaboración de escobas, pues la base plástica la garantizan con el mater