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Foto: Tomada de la página del autor en Facebook.
Desde que subimos al avión su cara era familiar. Algunos lo miraban más, otros menos. Han pasado 31 años de su retiro y los jóvenes deportistas cubanos que iban en el vuelo para los XIX Juegos Panamericanos no lo vieron pelear nunca sobre un colchón. Ahora vestía de traje y era uno de los encargados de la seguridad del vuelo. De momento alguien le preguntó: ¿Oye, tú no eres Amadoris González, el luchador…?
Con la sonrisa de haber sido descubierto por la familia que más hermanos, amigos y amor le ha dado en su vida, dijo un sí que escondía más pena que orgullo. “Soy yo, pero de aquí solo me conoce Mijaín y algunos entrenadores, pero la lucha no viene aquí”, argumentó como queriendo evadir las preguntas que le venían arriba de un periodista curioso.
Un colega sacó un libro para no apelar a la memoria y lo dibujó en segundos: Fuiste doble campeón en Juegos Panamericanos: 1987 y 1991 en la división de 57 kilogramos., Amadoris se acarició el poco pelo y se soltó a confesar, con los ojos aguados y un nerviosismo más grande que cuando conquistó el bronce mundial juvenil y meses más tarde el