Con gritos de «No a la guerra» y «OTAN No», miles de personas han marchado en Madrid en rechazo a la celebración de la Cumbre de la otan en España. También se escuchaba: «bases militares fuera» y «usar los gastos militares para escuelas y hospitales».
Los manifestantes, convocados por la Asamblea Popular contra la Guerra, la Plataforma Estatal por la Paz y la Asamblea OTAN NO, han condenado las políticas belicistas de la Alianza Atlántica y piden una alternativa al bloque militar.
Así ha sido el preludio a la Cumbre de la otan, que se realizará hoy y mañana en la capital española, para cuya seguridad los ministerios del Interior y de Defensa planean activar más de 35 000 agentes y militares en las tareas de vigilancia del espacio aéreo y de protección a los 30 jefes de Estado y de Gobierno que asistirán.
Días antes, la reunión fue calificada por Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, como «una cita clave para definir la estrategia de la organización para la próxima década», y sentenció que «no hay otro camino: si queremos ofrecer un legado de libertad, democracia y paz, debemos reforzar nuestra Alianza».
La integración de los hoy anfitriones a la Alianza bélica se hizo el 30 de mayo de 1982, primeramente de manera limitada en la participación en acciones militares, hasta que en 1997, con la llegada al poder del conservador José María Aznar, del Partido Popular, España decide incorporarse en la estructura militar de forma completa, y desde entonces la nación ibérica avala el cumplimiento de sus compromisos con haber participado en 22 misiones de la otan, con 125 000 efectivos, de los cuales 119 perdieron la vida.
Otro hecho que marcó –y no precisamente de manera positiva– la contribución española a la otan, es el haber «aportado» un secretario general, Javier Solana, el hombre que dio la orden, luego de recibirla desde Washington, y sin consulta alguna al Consejo de Seguridad de la onu, de iniciar los bombardeos precisamente contra un país europeo, Yugoslavia, el 24 de marzo de 1999.
Las acciones se extendieron por 78 días y noches, y causaron miles de muertos, mutilados y heridos en su población civil. También fueron destruidos por la metralla, hospitales, guarderías infantiles, embajadas, fábricas, estaciones de televisión y viviendas.
El historial de la Alianza tiene en su haber muchas acciones catalogadas de genocidas, como los bombardeos a Libia y el asesinato de su presidente Muamar el Gadafi; la extensa guerra contra Afganistán, en la cual murieron decenas de miles de civiles; y los criminales bombardeos contra Irak.
Hoy la otan, y fundamentalmente Estados Unidos, han hecho del escenario europeo una especie de campo de tiro en el cual se experimentan modalidades de varios tipos de guerra, con la consiguiente humillación a las naciones del Viejo Continente, y como residuo de una Guerra Fría aferrada en no terminar, con todas sus armas apuntando hacia Rusia y China.
El balón de ensayo escogido ahora es Ucrania, donde se ha exacerbado el pensamientoiifundamentalista, rozando el nazismo, impregnado en algunos sectores, sobre todo militares, de la sociedad ucraniana. Allí se practica, por parte de
Washington y de países europeos, una especie de «solidaridad letal», con el envío de miles de millones de dólares en armas, a cambio de que se prolongue la guerra para facilitar el desgaste de Rusia, según Occidente.
En esa misma dirección, también bajo la batuta del Gobierno estadounidense, la Europa que ahora sirve de anfitriona a la Cumbre de la otan se ha plegado a las órdenes que desde Estados Unidos se imparten, para aplicar cada vez mayores sanciones económicas contra Rusia, aunque sean, precisamente los países
europeos los más castigados por esas medidas coercitivas.
La cita en Madrid de los jefes de Estado de la Alianza no pasará de ser «más de lo mismo». Exigencias de Joe Biden de más dinero para comprar armas al complejo militar estadounidense (mayor beneficiado con la guerra), más medios militares hacia Kiev, amenazas y nuevas sanciones contra Rusia, y –muy importante–, la subordinación cada vez más completa de Europa a los designios de Washington.
Seguramente, temas como la situación crítica en las naciones del Viejo Continente ante la prohibición de importar gas y petróleo ruso, la escasez y falta de algunos alimentos básicos –granos, aceites y otros–, o lo ocurrido en Melilla, territorio fronterizo español con Marruecos, donde murieron varios inmigrantes subsaharianos, no tendrán cabida en una agenda que, como a sus guionistas, solo interesan temas de la guerra.
Reafirmar entre ellos mismos que Rusia es una amenaza directa, y China un desafío estratégico, con todas las calumnias, intimidaciones y argumentos mentirosos posibles, ya debe estar escrito como el principal acuerdo de esta Cumbre de la otan.