Manzanillo, Granma.–Como un padre que se enorgullece de sus hijos, el curtido ingeniero Ángel García Elíes repasa con la vista –desde lo alto del área de calidad– el cotidiano ajetreo de los especialistas y operarios en el Taller de Transformadores Eléctricos que se encuentra enclavado en esta ciudad del Golfo.
Allí, en realidad, no suele estar mucho tiempo. Fundador y gestor principal de este pequeño centro –surgido en 1988 para restarle carga a Cuba con la costosa importación de transformadores–, Ángel García no solo controla la calidad de los procesos, sino que también es capaz de recorrer con los ojos cerrados cada una de las áreas donde se devuelven a la vida útil estos equipos que ahorran divisas al país y generan «luz» para la población.
«Imagínese, ya son 37 años aquí. Fui parte de la creación del Taller y lo he visto crecer en hombres, equipos y productividad», afirma a este diario García Elíes, quien es considerado un referente de consagración y entrega.
«Cuando empezamos solo éramos cuatro compañeros, y los primeros transformadores que arreglamos fueron diez. Ese fue un momento de mucha felicidad, porque habíamos roto la inercia y sabíamos lo que significaba para el país poder recuperar en Cuba estos equipos», recuerda.
Desde entonces han transcurrido más de 35 años de labor de este taller –único de su tipo en Oriente–, en cuyas áreas de desarme, conexión y soldadura, enrollado, prueba y pintura, se reparan cada año, como promedio, entre 800 y mil transformadores, desde los diez kilovoltio amperes (kVA) hasta los 50 kVA; y se les da mantenimiento a otros que pueden superar los 100 kVA.
Su colectivo, integrado por poco más de una veintena de trabajadores (entre técnicos, operarios y especialistas eléctricos), ha innovado una buena parte de los equipos con los que se logra la recuperación de los transformadores, la cual se realiza respetando las normas técnicas establecidas para lograr que estos alcancen la misma vida útil que tenían desde su fabricación.
«Nosotros desarrollamos aquí las máquinas de enrollar las bobinas; un horno eléctrico para extraerles la humedad a los transformadores; y un laboratorio de prueba donde someten a riguroso examen de calificación los dispositivos restaurados antes de entregarlos al cliente», detalla el ingeniero Ángel García.
De esta manera, afirma, el Taller ha logrado estabilizar la recuperación de componentes que son costosos en el mercado internacional, como el núcleo magnético, el tanque, los aisladores de porcelana, y el enrollado de la bobina de cada unidad, entre otros.
«Estamos hablando de que entre un 50 % y el 60 % de los componentes del transformador dañado se logra recuperar aquí, con un posterior índice de retorno que se mantiene dentro de los parámetros establecidos en las normas cubanas. Es decir, que nuestros transformadores recuperados tienen muy buena calidad», asegura el especialista.
MEDIOS DE ALTO VOLTAJE QUE SALVAN VIDAS
Tras más de una década de prestar servicios para la recuperación y mantenimiento de transformadores, al taller le nació otra área vital: un laboratorio para medir y comprobar la vitalidad de los medios de protección que emplean en las líneas energizadas los trabajadores del sector eléctrico.
«Aquí se comprueban anualmente más de mil medios de protección como varas aislantes y de operación, guantes, fajas, mantas y otros útiles especiales que emplean los linieros de las provincias de Granma, Las Tunas y Guantánamo», comenta Wilfredo Montero Díaz, técnico en Metrología, quien es otro de los fundadores del Taller y «padre» del laboratorio.
Señala que, aunque en esa área la frase de «peligro, alto voltaje» no está escrita por gusto en la pared, pues las pruebas que allí se realizan pueden alcanzar hasta los 100 000 voltios, su misión es la de evitar accidentes, los cuales pueden llegar a ser mortales en las líneas eléctricas, y se ha cumplido con rigor.
«En los más de 20 años que llevo en el laboratorio no he conocido nunca de un caso de accidente eléctrico que se haya producido por defecto en los medios de protección que hemos certificado», agrega, con la satisfacción en el rostro por el deber cumplido.
TRANSFORMADORES «CON MUCHA ENERGÍA»
Subordinado a la Fábrica Latinos, de La Habana, y con un récord histórico de 1 472 equipos recuperados en 2018, el Taller de Transformadores de Manzanillo ha sido reconocido en varias ocasiones por la durabilidad de sus producciones, destinadas a los sectores residencial e industrial de las provincias orientales.
Sin embargo, según refiere Sandro Benítez Ramírez, jefe del Taller, este 2022 será un verdadero reto llegar a recuperar los mil transformadores planificados.
«Desde hace dos años nos afecta no solo el déficit de algunas materias primas importadas, sino también las limitaciones con el combustible, que impiden a las empresas eléctricas traernos con sistematicidad, hasta Manzanillo, los transformadores dañados».
Esta situación, advierte el directivo, ha resentido la producción mensual, que actualmente se reduce a cerca de un centenar de transformadores, «cuando nuestra capacidad de producción en ese periodo puede llegar hasta los 200 equipos recuperados», acota.
No obstante, no se ha parado de trabajar ni un día porque sabemos que los transformadores rescatados que salen de nuestro taller constituyen un ahorro económico significativo al país en momentos en los que el precio de estos equipos en el mercado internacional oscila entre los 1 500 y 2 000 dólares, añade Benítez Ramírez.
Muy cerca, Ángel García también es categórico al decir: «Un solo transformador dañado representa un barrio oscuro, y esa es la premisa que nos hace echarle más ganas a esta labor».