Especial de Aula Todoterreno
La primera acción legal en Latinoamérica encaminada a restringir el tráfico de drogas fue la ley promulgada por la Capitanía General de la Isla de Cuba, el 20 de julio de 1863, para controlar la compraventa del opio.
Inscrita en la Gaceta Oficial del gobierno de la época, la circular estableció que los dispensarios solo podían vender opio en bruto o purificado a los especialistas con oficinas públicas autorizadas, y los particulares debían adquirir derivados en dosis terapéuticas, acorde con el legajo del Gobierno de la Capitanía General, encontrado en el Archivo Histórico de Matanzas.
“No existe evidencia en Cuba ni en ningún otro lugar de América Latina de la aplicación de una medida tan radical para regular la venta de drogas hasta esa fecha. Por ello, la Isla es pionera en la lucha contra lo que hoy se conoce como narcotráfico en la región”, reconoció Sonia Montes de Oca Castellanos, historiadora especializada en temas de salud, en la Universidad Camilo Cienfuegos, de Matanzas.
El documento incluye también regulaciones aduanales para la sustancia y esboza una relación de las multas inferidas a los infractores: los que incurrieran por primera vez en el delito pagarían un monto de 100 pesos, en una segunda ocasión 150, en una tercera 200 y, en su defecto, los días de prisión que se consideras pertinentes.
“A partir de ese momento, en cada farmacia fue menester la existencia de un libro de registros donde se anotaran por orden de fecha las cantidades de opio que expidieran y el nombre del especialista a quien le fueran vendidas, este último obligado a firmar a continuación”, aseveró Montes de Oca Castellanos.
Marcia Brito Fernández, directora del Museo Farmacéutico de la ciudad de Matanzas, explicó que los droguistas de entonces actuaban muy a fin con la legalidad y tomaron serias medidas ante la nueva legislación, al punto de que en la mayoría de las boticas únicamente el director conocía el lugar donde se encontraban las preparaciones opiadas y la combinación de las cajas fuertes en las cuales podían guardarse los narcóticos regulados.
“La venta ilícita de opio a mediados del siglo XIX representaba un gran inconveniente social y tenemos referencias de muertes por envenenamiento, intoxicación y sobredosis; además, muchos hacendados emplearon esta droga para convertir en adictos a sus trabajadores y así controlar su economía”, afirmó Brito Fernández.
El mundo no se organizó en cuanto al tema de los narcóticos hasta casi medio siglo después en La Haya, Holanda, el 23 de enero de 1912, donde tuvo lugar la firma del Convenio Internacional del Opio, que también reguló la cocaína, la heroína y sus derivados, según el informe oficial del encuentro.