Ariel es el último de la dinastía de los Sánchez de Jovellanos, una familia de peloteros que tuvo gran impacto en nuestras series nacionales casi desde sus primeros años de existencia.
Hijo de Arturo, el más pequeño de cinco hermanos que se desempeñaron en nuestros clásicos beisboleros, ha mantenido el linaje durante 17 temporadas, al exhibir un promedio ofensivo de 327, y ubicarse entre los diez más altos entre los bateadores zurdos en toda la historia del béisbol cubano.
Sin embargo, me asegura que está familia de rancio abolengo seguirá teniendo representación en los terrenos de juego una vez que se retire, porque su sobrino Yordan jugará el sub 23 con Matanzas y es un muchacho de muchas potencialidades que batea a los dos manos, es alto, tiene buen brazo y corre bien las bases.
“En un futuro vendrá mi hijo Ariel Lázaro Sánchez. Tiene solo siete años, pero está practicando con muchos deseos. Es una fiera y es ambidextro también. Creo tiene muchas condiciones para imponerse en el béisbol”, me dice orgulloso.
El tercer madero de los Cocodrilos, está ahora inmerso en la gran final de la pelota cubana y estuvo conversando con Cubadebate unos minutos antes del partido de este jueves, donde su tropa logró igualar el playoff final ante los vigentes monarcas nacionales de Granma.
“Te puedo asegurar que hoy se empata la serie”, me había confesado antes de la voz de “play ball”.
“Nosostros analizamos el juego ayer por televisión, vimos lo que hicimos mal, y nos vamos a guiar por eso. Hoy vamos a igualar esto aquí”, me volvió a repetir.
“Tenemos que hacerlo por moral, sin quitarle el mérito a ellos que lo han hecho muy bien y es el equipo que tradicionalmente nos ha eliminado”, agregó.
Ariel es uno de los líderes del equipo, su férrea ofensiva es clave para las aspiraciones que tiene su escuadra de recuperar la corona perdida en la temporada pasada, cuando cayeron en la final con estos mismos Alazanes.
Además de un bate caliente, este atleta sobrino de Wilfredo y Fernando, quienes conectaron ambos más de 2 000 hits en series nacionales, es famoso por su productividad “a la hora buena”.
En esta campaña remolcó para el plato a 37 corredores de los 117 que encontró en posición anotadora, para un alto 31.62% de efectividad, y no parece tener nervios en el rectángulo de bateo.
“Siento a veces tensión pero es emocional, es algo que he podido superar. No siento presión porque esto es lo que me gusta. Lo expreso con gestos, con alguna palmada, dándole con el pie al bate.
“Eso me ayuda a liberar energías y aunque algunas personas no lo vean bien, esa es la forma de motivarme. Siempre respeto al contrario y no es nada personal contra nadie, es una cosa mía desde niño”, explica.
Ariel siempre llama la atención en el terreno por su juego explosivo y me confiesa que la clave para que los Cocodrilos puedan arrebatarles la corona a esos indomables caballos orientales, está en la agresividad en el juego de pelota.
“Cada pelotero tiene sus características y su propia personalidad, pero quiero exhortar a mis compañeros a jugar más fuerte. Si eso sucede verás que las cosas salen bien. Vamos a tratar siempre de mantenernos pegados en el marcador porque un partido abierto desmoraliza y quita los deseos de jugar pelota”, dijo.
“Ellos nos estaban robando el protagonismo. Los juegos que hemos perdido ha sido desde el primer inning, se nos han ido delante y no hemos podido darle respuesta a eso.
“Hay que concentrarse un poquito más y que cada uno haga su trabajo, para poder ganarle a esa gente. Ellos son un buen equipo pero no tienen para ganarnos a nosotros, lo que pasa es que les hemos dado esa posibilidad”, explica.
Al final de nuestra conversación el recio toletero yumurino quiso aprovechar la ocasión para hacer un llamado a la afición matancera:
“Nosotros queremos que los que vengan a disfrutar el partidos de pelota se queden hasta el final. Cuando salimos derrotados el martes, parte del público se retiró y eso decepciona a los peloteros.
“Aquí gana el primero que llegue a cuatro juegos. A veces perdemos y los aficionados se dedican a criticar y decir cosas, como si ya hubiéramos perdido la serie.
“Muchos de ellos dicen que no tenemos corazón cuando perdemos ante Granma, y esa es una palabra que me insulta bastante. Nosotros nos entregamos siempre y es muy posible que esto se decida en siete partidos porque somos dos equipos grandes. Ganará el que mejor lo haga en el terreno”.