Una vez conocida la victoria de Gustavo Petro en Colombia, el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, escribió un mensaje de felicitación en el cual, entre otras cosas, dijo: «El triunfo de Gustavo Petro es histórico. Los conservadores de Colombia siempre han sido tenaces y duros. El escritor José María Vargas Vila relataba que los dictadores de su país mojaban en agua bendita su puñal antes de matar».
Eran exactamente las 5:48 de la tarde del domingo 19 de junio de 2022 cuando los informes electorales mostraban una irreversible victoria del candidato del Polo Patriótico.
Colombia es, sin duda, un gran país, podría decirse que con una vida complicada por gobiernos neoliberales más aliados a Estados Unidos que comprometidos con la solución a los graves problemas de su pueblo.
Cuando el próximo 7 de agosto, en la Plaza Bolívar, de Bogotá, quede instaurado el nuevo gobierno de Gustavo Petro y de su vicepresidenta Francia Márquez, junto a la alegría popular se producirá, seguramente, una gran reflexión y el compromiso de que solo con el esfuerzo de todos podrán realizarse las grandes obras sociales que requiere esa nación.
Gustavo Petro tomará su cargo con un país donde la pobreza se ubica en un 39,3 %, lo que significa que 19,6 millones de personas no cuentan con los recursos para cubrir sus necesidades básicas.
Según proyecciones del Banco de la República, la tasa de desempleo se mantendrá en 2022 entre el 10,5 % y el 13 %, por lo que la generación de nuevos puestos de trabajo también será un asunto pendiente para el Presidente.
Otro flagelo que ha llevado a Colombia a la inestabilidad es la expansión de grupos armados, entre ellos los clanes del narcotráfico, paramilitares y disidentes de la guerrilla, en su conjunto dispersos por más del 37 % del territorio.
La saliente administración de Iván Duque optó por no cumplir los Acuerdos de Paz entre el Gobierno y la guerrilla de las farc, hecho que ha provocado la muerte de decenas de excombatientes desmovilizados, lo que, unido al asesinato de cientos de líderes sociales, campesinos y defensores de los derechos humanos, han llevado al caos la vida en diferentes zonas del país.
Un aspecto para resolver con urgencia tiene que ver con las relaciones de la vecina Venezuela, deterioradas por la acción del gobierno de Iván Duque, no solo por reconocer y brindar apoyo al exdiputado Juan Guaidó, sino por facilitar la acción de grupos terroristas entrenados en territorio colombiano para emprender acciones violentas en la nación colindante.
En el contexto sudamericano y latinoamericano, en general, la victoria de Gustavo Petro cabe interpretarla como otro hecho que pudiera contribuir favorablemente a la unión necesaria e inaplazable de nuestro continente.
Aunque con distintos matices, hoy Sudamérica es otra: en Perú, Pedro Castillo; en Argentina, Alberto Fernández; en Bolivia, Luis Manuel Arce, y en Chile, Gabriel Boric parecen articular una hornada de jefes de Estado de mayores conexiones con los intereses de sus pueblos, y a la que podría sumarse, el próximo octubre en Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, hasta ahora favorito en las encuestas sobre quién retomará la conducción de esa nación.
La victoria de Gustavo Petro, aun con retos para vencer, constituye una esperanza para los pueblos, que ven otra luz salvadora en el camino de la unión y de la independencia latinoamericana y caribeña.