El andar despacio pero firme, porque siempre ha sido un hombre con determinación, podría ser la frase que defina la vida del doctor Felipe Aragón Rojas, quien a sus 78 años continúa aportando su sabia al Sistema de Salud Pública de la provincia que lo viera nacer, Ciego de Ávila.
Su historia comenzó mucho antes de ser médico, por 1958, cuando con apenas 12 años participaba, junto a los hoy mártires avileños Ricardo Pérez Alemán y Roberto León, en huelgas contra el gobierno de Fulgencio Batista, y tenía como principal aspiración estudiar un oficio para ayudar a la economía hogareña.
“Mi papá, que era plomero y comunista, me enseñó los gajes de la labor y los valores revolucionarios que me han acompañado durante todo este viaje que ha sido mi vida”.
Cuando sólo pudo terminar el primer año de bachillerato, porque la familia carecía de recursos, comenzó a trabajar la plomería junto a su padre.
Mientras aplicaba el oficio en la casa de la maestra Librada Zorrido, ella lo incentivó a proseguir los estudios a distancia, de modo que solo debería presentarse a las pruebas, lo cual le facilitaba seguir laborando.
“No lo pensé dos veces, aunque hacía un tiempo que estaba desvinculado de las aulas, matriculé en el Instituto de Segunda Enseñanza y continué donde lo había dejado. Cuatro años después, en 1964, ya era Bachiller en Ciencias”.
Para ese momento la Revolución cubana comenzaba a dar los primeros pasos, enfrentándose a nuevos retos cada día, como el éxodo de más de tres mil médicos y enfermeras, que dejó al país desprovisto de un sistema de salud eficiente.
“A Fidel siempre se le ocurrieron grandes ideas, una de ellas fue convocar a los graduados de duodécimo grado para examinarse en Español, Biología, Química y Física. Los que aprobaran con buena nota podrían comenzar a estudiar medicina.”
En toda Cuba se presentaron casi dos mil personas a las pruebas de ingreso, entre ellos Felipe Aragón Rojas, quien quedó en el puesto número siete del escalafón nacional.
La vida universitaria lo llevó a integrarse a las organizaciones políticas y de masas, al tiempo que asumía importantes responsabilidades para un novel estudiante de medicina.
Sus compañeros se graduaban en 1969, mientras Aragón era jefe de los internos en el hospital Manuel Ascunce, de Camagüey. Allí tuvo que dirigir también el Sistema de Salud en los municipios de Nuevitas, Sola, Minas y Cenado.
“Imagínese, yo era el director en funciones de todos esos centros, y como no me había graduado todavía, no me dejaban firmar los papeles, pero aun así tenía que cumplir bien con la tarea”.
Logra diplomarse en 1970 y regresa a Ciego de Ávila para trabajar en el poblado de Júcaro y a los seis meses asume la dirección de salud del municipio de Venezuela hasta que en 1971 pasa a regir los policlínicos Centro y Norte en la capital provincial.
Para 1973 vuelve a Camagüey como director de los municipios de Florida y Esmeralda hasta que en 1975 le proponen participar en su primera misión internacionalista en México.
“En tierra azteca me desempeñé como jefe de la misión. Fui el secretario del Partido y fundador de la embajada cubana; también hice una maestría en Dirección, organización y administración de hospitales; y cuando terminé mi faena, me propusieron como funcionario de la Organización Panamericana de la Salud, pero elegí volver a mi Patria.”
De regreso a Cuba le ofrecen el cargo de director de Relaciones Internacionales del Ministerio de Salud, puesto que no duda en declinar porque sentía el compromiso de hacer más por su provincia.
“Cuando asumí la dirección del hospital provincial Antonio Luaces Iraola, en 1977, solo tenía dos plantas y logramos expandirlo a toda la manzana, aumentarlo a tres niveles, reestructurar el cuerpo de guardia y emergencias médicas, además de construir el hospital de Morón con estructura similar”.
Sus aportes en el campo de la salud no se han limitado a su terruño natal, por el contrario, ha puesto sus conocimientos y maneras de hacer al servicio de naciones como Zambia, China y Venezuela, entre otros 37 países, como parte del programa de colaboración médica internacional.
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Luego de su jubilación, el doctor Aragón, quien es merecedor de la Orden Simón Reyes y la condición de Hijo Ilustre de Ciego de Ávila y Argentina, pasó a atender las tareas relacionadas con la defensa en la Dirección de Salud, donde continúa laborando.
“Yo trabajo desde los 12 años, simplemente no puedo sentarme a esperar la muerte; mientras tenga lucidez seguiré haciendo por mi tierra, pues estudié medicina para salvar vidas y lo importante es mentenerme haciéndolo independientemente de la forma”.