Durante cuatro días, Sancti Spíritus acogió la edición número 30 de la Feria del Libro. ¿Qué lecciones dejó el suceso, concebido con las limitaciones de estos tiempos?
El capítulo espirituano de este evento demostró que siempre habrá que apostar por un suceso cultural como la Feria. (Foto: Vicente Brito / Escambray)
Relacionados
La edición número 30 de la Feria Internacional del Libro ha sido hija del compromiso y la voluntad. En medio de tantas escaseces, con una situación del Sistema Eléctrico Nacional que no acaba de estabilizarse y de otras muchas incertidumbres que mantienen en jaque a la sobrevida colectiva, llegó la Feria para estrechar lazos entre literatura y lectores, escritores y públicos, aliviar los espíritus, ayudar a crecer.
Desde sus inicios se conocía que el suceso cultural más importante del país se arroparía con las vestiduras del 2022. Pocos números de novedades y ejemplares debido a las necesidades agravadas, sobre todo por los recursos materiales, provocaron disímiles insatisfacciones entre quienes visitaron los puntos de venta. Y aunque resulta un fenómeno que se repite de una edición a otra por la disminución de publicaciones, no pasa inadvertido.
Ante esa realidad, el Centro Provincial del Libro, de conjunto con el resto de las instituciones y organismos de Sancti Spíritus, apostó por el diseño de un programa con muchos espacios para el diálogo entre lectores y escritores. Mas, sigue preocupando por estos lares el escaso público que asiste a estos espacios e incluso en esta edición, por no contar con programas impresos, hasta los propios intelectuales en ocasiones desconocían hora y lugar de sus presentaciones.
También faltó la promoción de forma atractiva de los textos. Se sintió la ausencia de un diseño coherente de imágenes para que desde cualquier punto de la ciudad se conociera que eran días de fiesta, así como de una noche inaugural y cierre de impacto. En la memoria popular hay fuertes ecos de la presencia aquí de Habana Compás Dance y Morón Teatro. Justo es reconocer que las propuestas, en su mayoría con artistas no profesionales, recibieron no pocos aplausos.
Mas, el capítulo espirituano de este evento demostró que siempre habrá que apostar por un suceso cultural como la Feria. Instantes como la presencia aquí de Alberto Prieto, Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2019 y Premio Nacional de Historia 2021, de la Casa Editora Verde Olivo y de poder ampliar saberes sobre diversos tópicos como la cultura mexicana o pasajes de nuestra historia son vitales para el crecimiento individual y colectivo.
El evento permitió, además, mover de los almacenes más de un título que por desacertadas acciones mercantiles y la presencia de la covid estaban relegados al olvido.
De lo experimentado habrá que sacar cuentas, a fin de no tropezar una y otra vez con las mismas piedras que parecen minar el camino de la cultura espirituana.