Compañeros de la redacción, me decido a escribir porque soy el beneficiario de mi abuela Magda Peña Labrada, anciana de 91 años que vive conmigo en el municipio Holguín, de la provincia de igual nombre.
Mi abuela tiene limitaciones de salud para efectuar el cobro de su chequera en la sucursal del Banco Popular de Ahorro (BPA) que se encuentra en el reparto Dagoberto Sanfield.
En el mes de abril, me dirigí al banco donde efectúan su pago y me comentaron que, como parte de proceso de automatización y en pos de mejorar los servicios de pagos por nóminas electrónicas, le había llegado su tarjeta magnética. La noticia me alegró, porque de esa manera nos evitaríamos las colas interminables en dicha sucursal bancaria.
Ahora bien, me comentan que para poder sacar la tarjeta, aun siendo yo el beneficiario y estando en el sistema del banco, debía de dirigirme a Seguridad Social para que ellos emitieran una diligencia donde se confirmaba que yo era su beneficiario y por ende, estaba autorizado a realizar esos trámites. Entendí lo dicho y me dirigí a Seguridad Social, donde obtuve el documento para realizar dicho trámite.
Entonces, ¿cuál es mi inconformidad?
A partir del 17 de mayo se comenzó a realizar la entrega de las tarjetas magnéticas en la sucursal bancaria, pero, por motivos entendibles de déficit de fluido eléctrico, solo se recogen 25 carnets para evitar que se queden pensionados en espera y sin ser atendidos, pues solo solo se cuenta con cuatro horas de fluido eléctrico en determinados horarios. Eso lo puedo comprender.
El día 18 la corriente se fue casi a la una de la tarde. Las mesas que dispusieron para la entrega de las tarjetas estaban vacías y la gerente determinó no continuar con la entrega.
De manera educada me dirigí a ella y le expliqué que, como todos los que hicimos la cola desde horas de la madrugada, me había quedado en el turno 27. Le pregunté si se podía hacer algo porque, como muchos de los que estaban en espera, me había quedado sin efectuar la operación.
La gerente me explicó que el banco no ofrecía solo ese servicio. También estaban las personas que deseaban efectuar otras operaciones, y se estaba alternando para que al menos algunos pudieran realizar sus diligencias. Una vez más entendí su respuesta.
No obstante, le dije que soy estudiante de la Facultad de Las Artes y Medios de Comunicación Audiovisual, FAMCA, en la filial del ISA en Holguín, y al estar en mi semana de clases, estaba limitado de pasarme la semana en el banco hasta ser atendido. Soy además el Secretario Ejecutivo de la AHS en Holguín y, para hacer ese trámite, tuve que pedir permiso. Ella me explicó, de manera afable, que la situación era esa y debía ir en otra ocasión. Le dije que podía pasar el sábado y me contestó que era posible, porque el banco ese día también presta servicio. Una vez, más acepté la respuesta y me fui.
El viernes 20 tuve la oportunidad de volver al banco. Pedí conversar con la gerente y me volvió a recibir. Me dijo que, como habíamos conversado el miércoles 18, el sábado sería atendido. Le comenté que entendía, pero me preocupaba el ciclo de la corriente, porque el sábado le tocaba irse el horarios de la mañana.
Ella me explicó que eso no era problema porque los datos de mi abuela ya estaban en el banco y las tarjetas se iban a sacar el viernes para que se pudieran recoger el sábado, aunque no hubiera corriente. Hoy sábado llego al banco en la hora acordada y resulta que la persona que me atiende me dice que lo sentía mucho pero “no había corriente” y no se podía hacer ningún trámite. Le expliqué todo lo antes expuesto y me respondió que lo sentía, pero no se podía hacer nada.
En resumen de esta historia, me pregunto: ¿Cómo es posible que no haya podido recoger la tarjeta en el mes de abril, siendo yo el autorizado a cobrar la chequera de mi abuela y estando en el sistema del banco por más de un año y medio de cobro? Y tuve que volver a hacer las colas interminables en Seguridad Social, que conllevan a días sin poder trabajar para que vuelvan a emitir el poder donde, una vez más, se demuestra que soy el autorizado a realizar operaciones de extracción de la pensión de mi abuela en esa sucursal. ¿Cómo es posible que, después de tantos trámites en el banco y promesas de solución, llegue hoy a la entidad y me digan que no se pudo hacer nada?
Nuestro presidente en toda intervención pide que se piense en cómo ayudar al pueblo, en cómo evitar tantos trámites burocráticos que lo que hacen es lacerar la imagen del país. Entonces, ¿cómo es posible que otros no piensen como país o intenten proponer soluciones para que muchos, como yo, no pasen por estos momentos tan engorrosos y surjan disgustos como el mío? ¿Por qué esos otros no proponen soluciones, teniendo en cuenta la situación actual por la que pasa el país?
Es indignante que muchos piensen que, a 21 días de comenzado el mes, se tenga dinero para mantener a una anciana de 91 años casi postrada. Indigna, también, que la respuesta continúe siendo la misma, “lo sentimos, no hay corriente”.