Luis Giraldo Casanova. Foto: Angélica Arce Montero/ Cubadebate.
Siempre que se habla de béisbol cubano, el nombre de Luis Giraldo Casanova está entre los imprescindibles. Si la lista es de los 10 mejores, dalo por hecho… De los cinco, también, y hasta de los tres. Hay que contar con el 14.
Lo mismo al bate, que con el guante, el pinareño sentó cátedra. Pero hoy el interés periodístico no está en el mito, sino en la fórmula que lo creó. Sobre cómo se logra un jugador de las llamadas cinco herramientas, nos habla el Señor pelotero desde la intimidad de la sala de su casa.
Casanova sugiere ir por partes. Propone comenzar por la ofensiva, pasar por entender el pensamiento de los pícheres y llegar hasta los “extintos sluggers”.
“Te puedo decir que el bateo es lo más difícil que tiene el béisbol. Ahora están saliendo buenos bateadores, pero el picheo es el que no está bien. Fíjate que hay pocos lanzadores con efectividad por debajo de tres y pico.
“Les batean muy franco. Por ejemplo, en el equipo de Sancti Spíritus los regulares están bateando por encima de 300, y en el de Mayabeque, la mitad.
“Todo cambia cuando se llega a un evento internacional. Ahí el picheo está más fuerte. Entonces, se reduce el bateo, porque los cubanos están acostumbrados a los lanzadores de aquí.
“Otro elemento, nadie pichea por dentro. Eso ya no se usa en Cuba, por eso se batea más fácil. El problema es que hay lanzadores con buena velocidad, pero tienen miedo de tirar pegado por no darle un pelotazo al bateador.
“Para que eso no ocurra, hay que ser controlado. Ese era el picheo que le gustaba a Juan Carlos Oliva, pero tenía control.
“La recta por dentro es la más difícil de batear, porque debes hacer todos los movimientos bien. Como es por dentro, tienes que darle adelante y una vez que lo haces, es foul”.
Hablando de batazos, ¿qué pasa con los hombres de fuerza?
–Los llamados sluggers u hombres de fuerza han desaparecido. Los que dan jonrones son “improvisados”. No son reconocidos como jonroneros. Conectan cuadrangulares porque la pelota es buena, viva. Lo otro es la calidad del picheo.
“Por muy débil que uno sea, acelerando bien los brazos le da a una buena bola hacia adelante y es jonrón, porque la pelota camina y la conexión no tiene que ser ni tan fuerte. Jonroneros de la estirpe de los que había antes no hay ninguno, porque, además de dar largas conexiones, éramos buenos corredores de bases.
“No se puede salir a buscar el jonrón. El jonrón sale, pero es importante, aunque no sepamos cuándo puede llegar, prepararlo desde el entrenamiento, pues a la hora del juego te puede salir.
“Hay muchos jugadores que no se basan en eso, sino en buscar el promedio. Y tienen fuerza, pero piensan que si no tienen el promedio alto no los llevan a las preselecciones. Así echan a un lado los jonrones”.
¿Qué otros factores inciden?
–En estos tiempos no salen peloteros grandes, con buen somatotipo. Son muy pocos los que tienen tamaño. Hay que escogerlos entre las distintas provincias.
“No sé qué habrá pasado en la genética, si son aún los efectos del Periodo especial, o será que los muchachos los llevan para la EIDE muy chiquitos. Y luego no crecen.
“Lo que les recomiendo a los bateadores –como lo hago ahora en el sub-23– es saber leer el lanzamiento del pícher. Hacerse en la mente una zona de strike y no tirarle a las bolas malas, porque eso le da vida al pícher.
“El lanzador, cuando sabe que tienes un poco de fuerza, no te tira bien. Si lo sabes, ¿por qué le vas a hacer swing a los envíos malos?
“Por eso hay que hacerse una zona de strike imaginaria. Y en ese cuadrito, la que venga por ahí, tú no la vas a fallar. La que sea fuera de él, no le tires, que es bola, o deja que el árbitro te la cante, pero no le vayas. No le darás bien.
“Eso lo aprendí desde que estaba en la academia en la categoría 15-16 años, con Asdrúbal Baró, el entrenador de Pinar del Río. Fue pelotero profesional y me enseñó todo sobre bateo.
“Los brazos los puedes poner donde más cómodo te sientas. Claro, a la hora de hacer el swing todo tiene que estar a un mismo nivel.
“Luego giras, sale la cadera y es lo que impulsa los brazos. Es ahí donde viene el swing rápido. Y la mayor fuerza que debe tener un bateador es en las piernas, al igual que el pícher. El bateador, siempre y cuando tenga las piernas fuertes, será buen bateador y de fuerza.
“Otra cosa que influye a la hora de descifrar los lanzamientos es que algunos jugadores mueven o inclinan la cabeza. A la vez que lo hacen, ya la vista no está normal, pareja, y esto puede repercutir en el tacto.
“Lo otro es que, cuando el picher esté haciendo sus calentamientos, el bateador debe estar concentrado en los lanzamientos que está haciendo”.
Casanova recibe a Cubadebate en su casa. Foto: Erly Casanova.
Pero en su época sí surgieron varios sluggers. ¿Cómo era la formación?
–Ese pelotero completo se formaba en las escuelas, porque transitaba por todas las categorías. Como las pasamos, Linares, yo… Y siempre con buenos resultados. Cuando llegábamos a la etapa élite, la Serie Nacional, ya teníamos un aval bastante desarrollado, con buena calidad.
“Pero es lo que te decía anteriormente, cuando estábamos en la EIDE ya éramos grandecitos, espigados para la edad. No éramos chiquitos, como los que están ahora en las escuelas. Por eso, salían peloteros altos y daban jonrones.
“Esto se lograba porque se iba a buscar peloteros por los municipios. Ya eso se perdió. Lo que se hace es avisar, por ejemplo, a Guane, que traiga sus talentos a la EIDE para hacerles pruebas. Y cuando llegan, les dicen que no hay capacidad de albergue. Entonces, ese que sirve, que es el talento, tiene que virar para atrás.
“Luego, completan con los de la ciudad de Pinar del Río, que van a ser seminternos. Esos son los chiquiticos, porque son los parientes del médico, el sobrino de este o del otro… Por eso no tienen calidad los muchachos.
“A mí me captaron donde vivía, en una de las casitas del central Orozco (Bahía Honda). Fue Pascualito Abreu. Hasta los 12 años jugué baloncesto, y a los 13, él me cambió para el béisbol. Después, vine para la EIDE Ormani Arenado y cuando terminé, empecé la academia, donde conocí a Asdrúbal Baró”.
¿Técnicamente, qué haría falta para esas grandes conexiones?
–Como te dije ahorita: pensar, leer los lanzamientos del pícher y adoptar una posición correcta a la hora de batear. Flexionar las piernas y ponerse en la punta del pie como si uno fuera un corredor de atletismo, para que, como el pícher tiene velocidad, reacciones más rápido.
“Esa técnica se mantiene a pesar de los años, pero muy pocos la emplean, porque los muchachos, como ven Grandes Ligas, quieren imitarlas y entonces no se adaptan a tener una posición propia.
“Se logra siguiendo las reglas, pero creando tu estilo. No fijándote. En Grandes Ligas hay jugadores que batean de distintas formas. En eso es en lo que se fijan los muchachos, pero no saben que aquellos ya tienen su calidad y ellos no.
“Cuando empecé, ya venía con mi estilo propio desde que estaba en la academia. Tenía mi forma de hacer el swing. Tendía a subir los brazos, la vista al frente. Te repito, me lo enseñó Asdrúbal Baró.
“Nunca me fijé en un pelotero específico. En aquellos tiempos, en Pinar del Río no había calidad en el béisbol. Había que mirar la pelota cuando venían los jugadores de La Habana u Orientales, pero guiarme, por ninguno. Decir: ‘Voy a hacer como este’, nunca lo pensé.
“Otra cosa, para saber a qué distancia te colocas del homeplay, tienes que medir con el bate, utilizando las dos manos, la esquina superior del home. De forma de que cuando hagas el swing, el bate siempre alcance un poco más.
“Solemos decir que antes se entrenaba más. No lo creo. Pero sí pasaba menos tiempo desde que terminaba una competencia hasta que empezaba otra. Así no se perdía totalmente la preparación del jugador.
“Ahora, para que empiece la Serie Nacional, a veces, pasan tres meses. Eso es demasiado.
“Y de condiciones, mejor no hablar. Nunca me quedé en un hotel. Únicamente, cuando iba a Sancti Spíritus, porque aún no existía el José Antonio Huelga. Pero en las demás provincias, los dormitorios eran los albergues de los propios estadios. Así competíamos, y dábamos jonrones y ganábamos campeonatos”.
¿Qué recomienda sobre algunas acciones de equipo que potencian la velocidad en función de la ofensiva?
–El bateo por los jardines se debe practicar desde el entrenamiento, para que salga en la competencia. El toque de bola es ya una asignatura pendiente. Un director manda a un jugador a tocar y no quiere, por si sale mal. Luego lo vuelve a mandar y sale mal. Todo eso lleva una práctica especial desde la preparación.
“Ahora, el bateo por detrás del jugador se practica bastante en el entrenamiento, pero hay jugadores que no tienen esa facilidad. Los que más lo pueden hacer son los primeros de la tanda o los últimos.
“En cuanto al robo de bases, tenemos buenos corredores, pero no saben robar. Yo aprendí de Víctor Mesa, porque nunca fui robador de bases, que para robar segunda o tercera debes arriesgar en la posición donde estás. En primera, por ejemplo”.
Casanova, el 14 pinareño. Foto: Archivo.
¿Cuál debe ser el mejor bateador de la alineación?
–El tercer hombre. El cuarto se supone que es el que empuje carrera, y el quinto para tapar al cuarto, porque en caso de que le den base intencional al cuarto, responde el quinto.
“Esa es la tanda gruesa, los bateadores de fuerza que debe tener un equipo. Desde que vine con Pineda, siempre fui cuarto bate. Y la gente le decía: ‘Pineda ese muchacho es muy joven, lo vas a echar a perder’. Claro, porque no me conocían. Nunca había jugado en el municipio de Pinar del Río. Y él contestaba: ‘Si él es bueno, ahí se sabrá, y si no, lo boto’.
“Pineda ha sido mi mejor director. Fue quien me puso a jugar pelota en Pinar del Río, quien me indicó que cubriera el jardín derecho… Siempre me tuvo confianza.
“Luego, cuando empecé en el equipo nacional, fui tercer bate, porque el cuarto era Cheíto. Al llegar Linares, era el tercero y yo el cuarto”.
De pronto, hace un gesto con la mirada. Casanova regresa al estadio Capitán San Luis y se coloca en los files. Guiado por su instinto, hace un tiro al cortador. El lanzamiento es efectivo, llega a segunda. Es el turno de hablar sobre la defensa.
“A la defensa, en Series Nacionales, lo único que no hice fue pichear. Pero a lo largo de mi carrera, sí lancé. Fue en un campeonato provincial de La Habana, con el equipo de Marianao.
“Para mejorar a la defensa, recomiendo las repeticiones tanto en los files como en el cuadro. Hablo de las repeticiones constantes, desde la preparación hasta el campeonato. Hay que fildear bastante.
“Lo que es tirar con precisión y en el momento que es, se logra con concentración en el juego. Yo en el jardín derecho decía: ‘Hay corredores en base, si batean por aquí, tengo que tirar allá… De rolling, por acá… De línea, aquí… De fly, para allá’… Eso tienes que pensarlo antes de que pase. Es propio del fildeador.
“Para tirar bien, te puedo decir que, en mi caso, lo hacía porque primero fui cácher. Y mira que para tirar a segunda había que tener puntería. Haber sido receptor me ayudó mucho a la hora de jugar en los files. Pero la lógica mía en los jardines es que hay que tirar al cortador, porque siempre hay uno.
“Hay que tirarle de aire, a la altura de su cara. Si el tiro es directo, como está en línea con el fildeador, el fildeador le dice ‘la cortas o la dejas’, en dependencia del corredor.
“Por otra parte, los fildeos de rollings tienen dificultad cuando hay corredores en bases. Pasa, porque los fildeadores se apresuran para tirar. Están mirando la bola y el corredor a la misma vez. Por eso, a veces, la bola se les cae o se les pierde.
“No. Tienen que mirar la bola primero y, cuando la cojan, entonces buscar dónde tirar. La mayoría de los files, cuando hay corredores en segunda y batean de hit, fallan por eso, porque están mirando las dos cosas: al corredor y a la pelota. Así no se puede fildear.
“Todas esas anticipaciones son natas del juego, por eso te decía que, si estás concentrado, las cosas te tienen que salir”.
La preselección pinareña, categoría sub23 entrena en el Capitán San Luis. Foto: Angélica Arce Montero/ Cubadebate.
¿Qué hace actualmente?
–Trabajo como entrenador de bateo en el equipo sub-23 pinareño. Hace rato que no soy llamado a la primera categoría, dos años exactamente.
“El primer año que dirigió Alexander Urquiola fui a empezar con él, pero como estaba propuesto para chequear en la Serie Nacional, me dijeron: ‘Si tú vas a chequear en la Serie Nacional, ¿para qué vas a venir al entrenamiento?’.
“Les contesté: ‘Si ustedes no quieren, no vengo, pero comienzo a chequear cuando empiece el campeonato’. No insistieron. Eso me decepcionó y no fui más. Este año tampoco estuve ahí.
“Ahora, estoy de lunes a viernes con el sub-23. Donal me pidió que lo ayudara y en eso estoy.
“A los aficionados, que estén pendientes del sub-23, que voy a estar junto con Donal. Verán que vamos a tener buenos resultados en la categoría de donde salen los jugadores para la Serie Nacional.
“Te digo más, a los bateadores de la selección de primera categoría de Pinar del Río deberíamos enseñarlos las glorias deportivas que hay en la provincia. Los técnicos que están en el entrenamiento no jugaron la Serie Nacional, pero ya contra esa realidad nada puedo hacer. Yo estoy aquí. Y de aquí no me voy”.
“Cuando los jugadores llegan a la Serie Nacional, muchos vienen con defectos. A mi entender, es porque no se hace un trabajo riguroso en las categorías inferiores. Esto pasa porque los entrenadores de esos niveles lo que buscan es ganar campeonatos para su evaluación. Además, hay profesores que son licenciados pero no estuvieron en un terreno de pelota”.
¿Qué considera de la Serie Selectiva?
–Es una buena idea, porque reunirá a los mejores jugadores de la Serie Nacional y, entonces, se convertirá en una serie más fuerte. Además, concentrará la calidad al ser menos equipos.
“Lo que sí recomiendo es que la Serie Nacional comience en octubre o noviembre. Así era antes, pero por la pandemia ha cambiado. Convendría en esa fecha, para que cuando llegue la hora de los contratos no se afecte ningún equipo, como pasa ahora.
¿Está siguiendo la Serie Nacional 61?
–Sí. Pinar del Río debe incluirse entre los ocho. Si lo hace, ya será otra historia.
¿Es verdad que el número 14 solo es de Luis Giraldo Casanova?
–En Pinar del Río, sí. El día de mi retiro anunciaron por el audio que el número 14 no lo iba a tener nadie en la provincia.
“Cuando mi hijo, Erly Casanova, empezó, lo quiso y tampoco se lo dieron. Si no soy yo, no se lo dan a nadie.
“Ese número me lo dieron cuando empecé en el equipo nacional. Había jugado en Pinar con el 4 y el 38. Después, con Vegueros fui el 15, pero Juan Carlos Oliva también era el 15, con Forestales. Entonces, cuando íbamos a la Selectiva, como se unían los equipos, él era el 15, porque había llegado a la selección primero que yo.
“Luego, al regresar a Pinar del Río de jugar en el equipo nacional, vengo con el 14. Anteriormente, en la provincia, el 14 había sido Leonildo Martínez, primera base. Pero cuando llego al equipo Cuba ya él no estaba y me lo dieron a mí. Tuve el 14 hasta que me retiré”.
Diciendo esto me hace una seña de conclusión, con la misma espectacularidad de su swing al batear, que tanto describen los que lo vieron jugar. Luego, Casanova abre los brazos y mira al frente. Se despide mostrándome la correcta posición de bateo. Asegura que hay 14 para rato.
