Él ha salido ahora en su defensa declarando que ella no es primera Dama, que trabaja en su trabajo. Y una dama que trabaja no es dama, sino compañera o compañerita. ¿Si no trabajara en su trabajo fuera primera dama? ¿Dama de honor? ¿Estrellita del carnaval? ¿Lucero?
Pero todos sabemos que sí es primera Dama aunque sea en su corazón, a pesar de que él no es primer caballero, o que es caballero porque lo pusieron en ese cargo sin consultar con nadie. No importa, entre la dama y el caballero hay una historia de sentimientos tan dulces como el azúcar que hoy la isla importa. Eso es amor, el amor, y el amor importa. Si no fueran ellos quienes son, sería una novelita rosa. Pero es roja y verde olivo.
El de ellos es un romance, un romance del palmar. Si no pareciera una burla al calentamiento global yo diría que es un romance tropical.
Así que volvamos al amor. A ese sentimiento le cantó Nathaniel Cole, Nat King Cole, hace bastante tiempo y parece ser verdad: El amor es una cosa esplendorosa. Lo hizo en la lengua de William Shakespeare, que fue el autor de uno de los romances más profundos, trágicos y duraderos de la historia mundial: “Romeo y Julieta”, adolescentes que siguen inspirando a casi todos los seres humanos, y a algunos bastante inhumanos, en esa atracción inevitable que hace que una mujer ame a su perro, que un hombre necesite una chiva o que entre los dos se atraigan. No la chiva y el perro, sino Él y Ella.
El amor es la cosa más linda después de comer, de dormir e incluso de rascarse cuando uno tiene una picazón desesperante. Es tan hermoso como tener una casa y un buen salario, o viajar libremente. El amor, cuando es personal, confunde y altera, pero cuando es ajeno nos interesa mucho más. Posiblemente para ver cuándo se acaba, porque los seres humanos siempre le deseamos lo peor a nuestros semejantes.
Muchos reyes y reinas han amado. A otros. Princesas y príncipes han sentido amores tan grandes que han mantenido al público en vilo durante muchos años, días y siglos. Sobre todo, cuando el príncipe es azul y la princesa amarilla, que eso siempre o casi siempre produce un hijo verde. Pero el amor de los famosos, cuando se hace público, despierta admiración y otras envidias similares y el pueblo sigue paso a paso ese romance como el mejor regalo para sus vidas vacías y sin glamour.
En la actualidad, en Cuba, un amor entre primeras figuras es seguido por millones de personas. Y qué digo millones, cientos de seres, que ven en esa pareja que ha decidido trasladar sus cuchicheos de cama a las redes sociales para que el hombre nuevo vea y compruebe que se puede ser hombre y nuevo y no pegar tarros, e incluso amar a su esposa o esposo, sin menoscabo de la decencia y las virtudes revolucionarias. Sé que hay otras virtudes, pero aquí solamente nos interesan las revolucionarias, que son las que menos duran.
En Cuba se perdió hace mucho tiempo la figura gentil de la primera Dama, que era o solía ser la esposa del presidente de la República. Como se acabó la República, se acabó también la primera Dama. Y ya después no había presidente sino un comandante que se abrogaba el derecho de presidir cualquier cosa, o sea, todo. Y si no lo aceptabas como presidente te tocaba presidio. Y ese no tenía primera dama porque su vida era un misterio, aunque le pasaba la chaveta a la primera, a la segunda, y a las damas que la revolución, es decir, él, necesitara.
Ahora basta de datos superfluos y nada románticos y paso a presentarles a los protagonistas de esta gran historia de amor. Las personas que usan continuamente las redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram, es decir, los que no viven en Cuba, saben quiénes son. Pero así y todo los presento: Lizieta Cuesta, este es Tolomeo Díaz-Canel. Tolomeo, esta es Lizieta Cuesta. Cuesta mucho entenderla, pero la amarás por encima de todas las cosas, incluso de tu mentor Raúl Castro y del Buró Político del PCC.
Se conocieron en el interior, por eso su amor es tan profundo. Lizieta y Tolomeo son una pareja considerablemente joven, teniendo en cuenta el rápido envejecimiento de la población y la fuga masiva de jóvenes que quieren realizar sus sueños por aire, mar y tierra, pero lejos de allí.