Bien recordado por Sorgo Rojo, La semilla del crisantemo, La linterna roja y ¡Vivir!, el maestro chino Zhang Yimou realizó en 2021 su primer filme de espionaje, Los infiltrados, que podrá verse esta semana por televisión.
A Yimou se le asocia a una estética de honda calada social y humana y a cintas de acción signadas por una narrativa e impronta visual de primer orden. Ahí están Héroe y La casa de las dagas voladoras para atestiguarlo.
Los infiltrados se sitúa históricamente durante la invasión japonesa a Manchuria, comenzada en 1931 y extendida hasta el término de la Segunda Guerra Mundial. Allí se creó el Estado títere de Manchukuo, al frente del cual se colocó al timorato Puyi, bien recordado por el filme de Bertolucci El último emperador.
Se vivían días de intenso peligro y crueldades y el Partido Comunista conspiraba desde las sombras, cuando descienden en Harbin, al noreste de China, cuatro paracaidistas chinos entrenados en la Unión Soviética. Su misión es contactar a un viejo prisionero que podría dar cuentas de los innobles experimentos científicos llevados a cabo por el ejército imperial japonés. Hay decisión de cumplir la misión, o morir en ella, pero también traidores de las más diversas especies.
La persecución de que son objeto los cuatro infiltrados, y las situaciones límites en que llegan a encontrarse, son aprovechadas por Yimou para desplegar su capacidad coreográfica en escenas de acción marcadas por la espectacularidad y antecedidas por el suspenso. El clasicismo narrativo, afín al género de espionaje, sale a relucir en medio de una visualidad extraclase de la que el director chino –fotógrafo él mismo– ha dejado constancia desde sus primeras entregas.
El guion no pertenece a Zhang Yimou, y aunque se aprecia una visión política del conflicto –el enfrentamiento entre una China de comunistas resistentes y un aplastante Japón imperial–, no hay un remarcado interés en profundizar en las motivaciones históricas del conflicto. Sobresale entonces un enfrentamiento espectacular entre dos bandos contrincantes, buenos y malvados envueltos en tensiones dramáticas, intrigas infinitas, sangrientas escenas de violencia y combates tejidos bajo la égida del más puro. Los infiltrados será bien recibido por los amantes del género, siempre y cuando se mantengan atentos, porque el entramado narrativo está por debajo de otras excelencias del filme y pudiera confundir. Así y todo, y sin la vibración lírica de otras veces, porque se trata de un thriller de espionaje, estaremos ante un legítimo Zhang Yimou, enmarcado en su cine de acción.
Como era de esperar, al maestro chino se le ha tratado de desacreditar, desde cierta crítica occidental, por narrar una página de la historia que enaltece el papel de los comunistas chinos en su guerra de liberación. Olvidan los censores, o no quieren recordar, que Zhang Yimou se ha destacado, y no poco, por ejercer la función crítica del arte en aspectos diversos de su sociedad.