Varias fueron las fuerzas que se unieron para acudir al lugar del siniestro ocurrido el pasado viernes. Para muchos rescatistas o personas involucradas en las labores de recuperación esta podría ser una de las más difíciles en sus vidas. Algunos lo relatan desde el sentido de la responsabilidad; otros, sensibilizados por la tristeza que nos embarga.
Para Alejandro González Martínez, paramédico del SIUM de La Habana del Este, movilizado al momento de ocurrir el accidente, fue algo lamentable y doloroso: «Gente ensangrentada, gritando, y muchas otras personas corriendo. Enseguida tuve que trasladar a dos pacientes: un adulto para el hospital Calixto García, con lesiones craneales, y una niña para el pediátrico Juan Manuel Márquez, con lesiones en las costillas».
Algo similar vivió Eliecer Fonseca, primer teniente de Salvamento y Rescate, quien estuvo desde el primer llamado en el lugar, para sacar con premura el personal herido que se había localizado, lo que se realizó, a pesar del peligro, por la magnitud del derrumbe.
La Cruz Roja inmediatamente también estuvo presente con muchos jóvenes, como es el caso de Karla Álvarez Armas, miembro del Grupo de Operaciones y Socorro de la Habana Vieja y de la Cruz Roja Juventud: «Me di cuenta de que algo estaba pasando. Trabajaba en la Calzada de Carlos iii cuando vi pasar dos ambulancias y el primer carro de bomberos. Enseguida empecé a llamar a mis operadores, y la jefa de la Cruz Roja municipal me dijo lo que había sucedido. Al momento que nos damos cuenta de algo, debemos activarnos, más cuando el suceso es en nuestro municipio».
Las funciones de la Cruz Roja son varias y su rol es imprescindible en momentos como este: apoyo sicológico a las familias de los fallecidos o damnificados, buscar respuestas de las personas que estaban en la zona y no se han contactado, apoyar el rescate y salvamento para mover los cuerpos y las personas heridas.
«Cuando se me activa por el grupo provincial, veo las fotos y digo: “¡Caramba, es impresionante!” Cogí una máquina, todo mi equipamiento, y llegué aquí, pero no es lo mismo verlo en una foto que en vivo; golpea la magnitud de los escombros, de las víctimas con las que estamos trabajando», cuenta el secretario de la Cruz Roja Juventud, de Plaza de la Revolución, Miguel Ángel Llorente Sosa, quien es también miembro del Grupo Provincial de Operaciones y Socorro de La Habana.
«Yo soy médico. He trabajado en cuerpos de guardia con urgencias, pero nada tan traumático como esto. Lo que más impresiona son las víctimas y la ayuda de las personas que, con conocimiento o no del modo de operar, siempre muestran su respaldo. Las personas que no son rescatistas fueron las primeras que socorrieron a las víctimas», dijo.
Otras fuerzas que trabajaron sin parar fueron las del Grupo Empresarial Constructor de la Administración Local. Desde la misma tarde del día 6 de mayo, se veía a su director, Namán Morales, ofreciendo orientaciones en el terreno para que los escombros fueran sacados con la mayor rapidez y cuidado posible, dado que, debajo de ellos, yacían víctimas. Además, hicieron una evaluación de las afectaciones en el edificio multifamiliar contiguo al hotel Saratoga, segunda instalación que más daño recibió: «El edificio es de 30 viviendas, de las cuales hay por lo menos 15 afectadas. Las familias están ya en un lugar seguro, y se va a hacer un proyecto de rehabilitación próximamente», aseguró a Granma.
«Muy terrible, muy triste y muy doloroso para nuestro país, para nuestra Habana, que se está embelleciendo», así lo valora Sandra Martínez Castañeda, miembro de la Federación de Mujeres Cubanas, quien se trasladó hacia el lugar para apoyar. Ella, además, pertenece a la iglesia cercana al hotel Saratoga, la cual también tuvo afectaciones.
«El cubano es gente de ayudar, siempre está ahí», asegura Karla Álvarez, mientras unos 20 uniformes rojos se ubican alrededor de ella, ya en la tarde noche, esperando por un llamado para actuar. Será imposible olvidar estos días de angustia y trabajo arduo, cuando toda Cuba padece, como si un país pudiera instalarse en un pedazo de suelo, en el sacrificio, en la esperanza: «Este es mi municipio. Esta es mi zona. Esta es mi gente».
