Hace cuatro años la noticia de la realización del Festival Artes de Cuba en el Centro Cultural Kennedy Center, en Washington, resultó todo un acontecimiento no solo en el plano artístico, sino además en el aspecto político, pues este intercambio cultural entre artistas cubanos y estadounidenses parecía un imposible a causa de la compleja situación política existente entre ambos países durante la Administración Trump.
Por más que se quiera, resulta complejo lograr separar la política del quehacer artístico, pero logró gestarse un evento de gran magnitud y relevancia en la historia de Cuba y Estados Unidos, aunque los contratiempos no faltaron en medio de este escenario.
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Dentro de la comitiva cubana, un grupo de cineastas independientes encargados de realizar un material audiovisual sobre el evento, recibe la noticia de la negativa del permiso para poder filmar dentro del lugar. Tocaba reinventarse o irse a casa.
Para un cineasta independiente cubano los contratiempos de este tipo no son cosa extraña. Lidiar con negativas para filmar, la demora o ausencia de permisos, así como las limitaciones económicas y de recursos, resultan menesteres habituales para quienes deciden hacer cine en Cuba sin el amparo de las instituciones estatales.
Ahora...