Tras la denuncia de José Raúl Gallego, otros intelectuales expresaron su molestia con LASA por aceptar lo que parece ser una operación de inteligencia para lavar la imagen del régimen ante la academia internacional.
Yanet Rosabal, docente en varios países latinoamericanos, opinó que “aquí no se trata de pluralidad de miradas, es un coronel, un militar que se disfraza de académico para blanquear la represión y la violencia del estado cubano contra sus ciudadanos”.
Según la socióloga, “lo insólito acá es que luego de las dictaduras militares del hemisferio, hoy sus más furibundos críticos abracen a una dictadura burocrática-militar con tamaño desparpajo”.
La investigadora Hilda Landrove, candidata a Doctora en Estudios Mesoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México, criticó un congreso que se celebra “entre agentes del Minint e intelectuales cómplices, cubanos y extranjeros, porque en Estados Unidos hay montón de esos que, con tal de ser antimperialistas, les parece super bien que en Cuba tengamos que sufrir una dictadura”.
Por su parte Oscar Grandío, Doctor en Historia en York University (Canadá), comentó: “por experiencia sé que latinoamericanistas en la academia norteamericana, y en particular los que trabajan el tema Cuba, han tenido posturas históricas de defensa del régimen cubano. Son mafias que se auto reproducen”.
El profesor y analista político agregó que “si aplicas a posiciones académicas o a estudios de postgrado tienes que pasar sus filtros. Pocos pasan. Y eso es fácilmente comprobable si ves los artículos, libros, o tesis publicadas en los últimos 30 años sobre Cuba (…). Hay pequeños oasis que logran sobrepasar este control. Ergo: LASA y la sección Cuba reflejan esta dinámica. Un cochinero muy pestilente”.
A finales de mayo de 2021, varios académicos e intelectuales cubanos renunciaron a LASA tras la respuesta de su directiva ante la solicitud realizada por más de 300 miembros para que la institución condenara la represión policial en la isla y las constantes violaciones de derechos humanos.
Casi 20 días después de la iniciativa, liderada por Guillermina de Ferrari, profesora de la Universidad de Wisconsin, Madison, la Asociación publicó un comunicado donde se limita a mencionar su “preocupación” –sin esclarecer detalles– por el trato que reciben en Cuba “académicos y académicas, intelectuales y artistas”.
“Este pronunciamiento es una falta de respeto. No solo no responde el reclamo de sus miembros de posicionarse sobre la oleada represiva de los últimos meses, sino que la justifica con el bloqueo estadounidense. Vergüenza de academia cómplice”, advirtió entonces en Twitter, Hilda Landrove.
“Es simple. Los derechos humanos o se respetan o se violan. No hay grises. Por eso renuncio hoy a la membresía de LASA”, señaló Guillermina de Ferrari.
La poeta, narradora, ensayista, profesora y Doctora en Literatura Hispánica por la Universidad de la Ciudad de Nueva York, Mabel Cuesta; el crítico y escritor, Walfrido Dorta, quien labora en el Departamento de Español y Portugués de la New York University (NYU); y Janet Batet, crítica de arte y ensayista, fueron algunos de los académicos que renunciaron a LASA en protesta.