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Mercenarios, asesinos y esbirros batistianos se rindieron en Playa Girón

Entre los más de mil mercenarios que desembarcaron por Playa Girón y que se rindieron, venían 194 exmilitares y expolicías y, de ellos, catorce fueron procesados por causas que tenían pendientes como esbirros y asesinos de los cuerpos represivos de la tiranía batistiana.

Se dejaron llevar por falsas ilusiones de que al desembarcar en las playas cubanas serían recibidos como héroes, y que las Milicias y el Ejército Rebelde no combatirían y se entregarían en masa.

La desinformación y el engaño que los yanquis ejercieron sobre estos elementos y el resto de los invasores contribuyó, en cierto modo, a que pensaran que alcanzarían la victoria en tan sólo pocas horas. Pero eso no sucedió.

Se enrolaron voluntariamente en la ciudad de Miami en una brigada mercenaria que fue pagada, entrenada y armada por Estados Unidos para invadir a Cuba y derrocar su Gobierno Revolucionario. No pensaron que tenían causas judiciales abiertas en La Habana por sus tenebrosos y sanguinarios pasados como esbirros de la tiranía batistiana.

A partir del 21 de abril, tres días después del desembarco, los periódicos Revolución y Hoy publicaron las fichas con sus fotos de algunos de estos esbirros para que la población pudiera identificarlos y denunciara cualquier atropello cometido por ellos que no fuera conocido por las autoridades.

El 8 de septiembre de 1961 se celebró en Santa Clara el juicio oral por la causa 833/61, contra 14 mercenarios que tenían cada uno abultados dosieres donde aparecían registrados los asesinatos, las torturas, y las vejaciones que practicaban contra los jóvenes revolucionarios y el pueblo, cuando integraban los tenebrosos grupos represivos dirigidos por los sanguinarios Esteban Ventura Novo, Conrado Carratalá y Fermín Cowley Gallegos, entre otros esbirros. Estaban presentes en la sala testigos y víctimas de estos siniestros personajes. Cinco fueron condenados a la pena de muerte por fusilamiento y nueve a treinta años de privación de libertad.

Condenados a la pena máxima por fusilamiento:

Ramón Calviño Insua

Fue cabo de la Policía Nacional de la tiranía, y connotado asesino a las órdenes del criminal Esteban Ventura Novo, autor de numerosos asesinatos, torturas y castraciones, como la que practicó contra Ángela González del Valle y Gutiérrez, a la que en compañía de otros esbirros golpeó, desnudó y ultrajó salvajemente: la cometida con el actual capitán E. R. Arnaldo Román Rivero Alfonso, pagador del Ministerio de Industrias: la de Idelisa Esperón Lozano, que resultó también golpeada y bárbaramente ultrajada por el asesino Calviño con Ramón García Gutiérrez, a quien detuvo y golpeó brutalmente durante varias horas, ocasionándole lesiones de las que no ha sanado: con Alberto Pérez Clavilla, a quien pateó y golpeó durante varias horas; y autor además de numerosos hechos por Ios que está procesado en las causas 917/ 58, del Juzgado de Instrucción de la Sección 3ra. 163/58, de Jaruco; 418/ 59, de la Sección Quinta;  373/ 59 de la Sección Cuarta; 191/39, de Jaruco; todas por asesinato; 976:59, de Ia Sección Tercera, por maltrato; 1982 59 de Marianao por violación de domicilio; y la 210359 de la Sección Quinta, por homicidio y otras.

Jorge King Yun (alias chino King)

Quien a mediados de 1960, en compañía de otros  contrarrevolucionarios, después de ganarse la confianza del soldado E.R. Raúl Pupo Morales, que se encontraba destacado como custodio en el embarcadero conocido por «La Salina», provincia de Matanzas, con el propósito; de robar un barco y fugarse ilícitamente del país con el objeto de alistarse en las tropas mercenarias que se entrenaban en los Estados Unidos para invadir a Cuba, sorprendió a la víctima y la asesinó vilmente en presencia de la esposa e hijos menores de Pupo Morales, infiriéndole luego numerosas puñaladas y extrayéndole las vísceras y secuestrando posteriormente a la esposa e hijos de la víctima, a quienes llevó de rehenes hacia el Estado de la Florida, donde fue acogido por las autoridades yanquis.

Emilio Soler Puig (alias El Muerto)

Autor del asesinato del líder obrero portuario Aracelio Iglesias en el año 1948, y del exilado dominicano Pipí Hernández, en 1955, producido el primero de dichos asesinatos en forma artera y criminal, ante numerosos obreros portuarios, por cuyos hechos se encuentra procesado en causa 632 de 1948, del Juzgado de Instrucción de la Sección Cuarta, radicada por homicidio, y Causa 1224 de 1955, del propio juzgado, por asesinato, a más de estar procesado en otras por amenazas, usurpación de funciones y asalto.

Roberto Pérez Cruzata               

Traidor a la Revolución, exmiembro del Ejército Rebelde, que en el mes de enero de 1959, en ocasión de encontrarse detenido en la Sección Motorizada de la PNR, el doctor Rafael Escalona Almeida recibió órdenes del también traidor Humberto Rodríguez Diez para que diera muerte al detenido Escalona Almeida, lo que él vilmente cumplió, ametrallándolo, hecho por el que resultó sancionado conjuntamente con Rodríguez Diez en Causa 52 de 1959 del Tribunal Revolucionario de La Habana, logrando evadirse ambos posteriormente de la prisión de la Cabaña, fugándose hacia Estados Unidos, donde profirieron canallescas calumnias contra la Revolución Cubana.

Valentín Padrón Cárdenas

Asesino y hombre de confianza de Fermín Cowleyen Holguín, cuando la tiranía batistiana; sancionado la pena de muerte en varias causas: La No. 26 de 1959 del Tribunal Revolucionario de Holguín; la No.7/1959 del Tribunal Revolucionario de Mayarí; y las No, 28, 41, 52. 65, 91, 93 y 101, todas de 1959, del Tribunal Antonio Revolucionario de Victorias de las Tunas, varias de ellas por el asesinato de Pelayo Cusidó Torres y de, jóvenes revolucionarios orientales, y otras por maltrato y otros delitos.

 Mercenarios condenados a treinta años de prisión

 Pedro Armando Santiago Villa (alias El Bicho)

Fue esbirro de confianza del asesino Conrado Carratalá, después de traicionar al movimiento 26 de Julio. Realizó distintos crímenes, infirió torturas y delató a numerosos revolucionarios. Pesan sobre él múltiples acusaciones.

José Franco Mira

Esbirro del Buró de Investigaciones de la tiranía y asesino del revolucionario Sergio González «El Curita», así como también del revolucionario Ifraín Alfonso Liriano.

 Rogelio Milián Pérez 

Está acusado de asesinar y torturar en la 14 Estación de Policía en épocas de la tiranía donde era delegado personal del Capitán. Participó en el asesinato del revolucionario Reinaldo García en la mencionada estación.

Andrés de Jesús Vega

Está acusado de la muerte del joven Raúl Mercuello Barrios y de tres revolucionarios más. Participó también en los sucesos de la calle Humboldt, donde fueran masacrados Juan Pedro Carbó Serviá, Joe Wesbruck, José Machado (Machadito) y Fructuoso Rodríguez, integrantes del Directorio Revolucionario. 

José Rafael Machado Concepción 

Aparece acusado de la muerte en épocas de la tiranía del joven Valeriano López Broche, en el pueblo de Carnajuaní.

José Ramón Conte Hernández (el Chama)

Está acusado del asesinato del estudiante y obrero Antonio Díaz Santana y aparece como prófugo en la Causa No. 448 de 1959 del Tribunal Revolucionario de La Habana.

Nicolás Hernández Méndez 

Es el autor de la muerte de Mario Cardet Pérez y de otros asesinatos. Fue un masferrerista connotado en las zonas de Holguín y Victoria de las Tunas donde realizó numerosas brutalidades y atropellos.

Pedro Humberto Reyes Bello

Aparece procesado por varios asesinatos y torturas en Victoria de las Tunas, provincia de Oriente.

Ricardo Montero Duque

Realizó múltiples asesinatos y atropellos en la zona de Bueycito, Oriente, donde fue un connotado esbirro de la tiranía.

Uno de los condenados a treinta años de presión, Ramón Conte Hernández (El Chama), aprovechando su excarcelamiento a un régimen penal menos riguroso, se fugó de la prisión Melena Dos el 16 de agosto de 1969. Fue capturado en La Habana, el 1ro. de febrero de 1972, cuando se ocultaba en una casa sin salir a la calle preparándose con otros contrarrevolucionarios para abandonar ilegalmente el país. Fue nuevamente sancionado a diez años prisión.

Sin embargo, no cumplió toda la sentencia y quedó en libertad quince años antes. Por gestiones del senador estadounidense Edward Kennedy con el Gobierno cubano, se le concedió la libertad y el permiso para viajar a Estados Unidos en compañía de su mamá, el sábado 18 de octubre de 1986. Fue el último mercenario en ser liberado. 

Horas antes de su partida sobre sus planes futuros declaró:

«…pienso dedicarme a la vida privada, ya que mis únicos vínculos con los miembros de la brigada 2506 y con los que pertenecieron al antiguo régimen, son amistosos. Creo que no están en condiciones de ofrecerme algo que valga la pena. De la brigada lo que queda es como un club deportivo o una logia. Algunos se dedican a la política y no le veo a eso posibilidades para mí; otros a la droga, y yo no estoy de acuerdo con eso, y los menos, a los negocios o están retirados».

Fragmentos del interrogatorio de la prensa TV a Ramón Calviño Insua el lunes 24 de abril de 1961.

MODERADOR: Prisionero. ¿Su nombre?

PRISIONERO: Ramón Calviño

MODERADOR: Ramón Calviño Insua. ¿A qué unidad pertenecía usted?

PRISIONERO: A la Marina.

MODERADOR: ¿Ha venido usted esta noche a contestar a las preguntas de los periodistas por su propia voluntad?

PRISIONERO: Sí.

PERIODISTA: ¿A este señor no lo recuerda?

SR. OCTAVIO LOUIT: ¿Tú no dices que tú no has torturado a nadie? ¿Tú no te acuerdas de mí? 

PRISIONERO: Octavio Louit.

SR. LOUIT: ¿Tú no te acuerdas? Sí, que tú te subías dando brincos arriba de mí. Tú te subías arriba de mí a dar brincos; me sacabas y me caías a palos. ¿No te acuerdas, que me pisaste la cabeza, la cara? Te acuerdas de José Antonio, el de Marianao? ¿El jefe de acción de Marianao, que el día del tiroteo a la Quince, que estábamos presos allí, lo sacaste por la madrugada? ¿No te acuerdas tampoco?

¿Te acuerdas de Carlos, un muchacho combatiente de Oriente, que estaba preso allí, que ese día lo sacaste también, esa madrugada?

PRISIONERO: ¿Lo saqué yo?

SR. LOUIT: Sí, tú y Sánchez. ¿Te acuerdas?

PRISIONERO: Bueno, yo pude haber sacado a un individuo del calabozo obedeciendo órdenes del jefe, pero yo no tengo autorización para sacar a nadie.

SR. LOUIT: Entonces lo sacaste, pero no lo mataste tú. Fueron dos: José Antonio, compañero Jefe de Acción de Marianao, y Carlos, un muchacho de Oriente.

PRISIONERO: Yo no le niego a usted que yo puedo coger…

SR. LOUIT: ¿Tú te acuerdas qué «pase» me diste esa noche? ¿Tú te acuerdas?… ¿No te acuerdas del «pase»?

PERIODISTA: El prisionero tiene mala memoria.

(…)

PERIODISTA: ¿No recuerda tampoco a otra señora, a la que usted desnudó y torturó? ¿No recuerda?

PRISIONERO: ¿Desnudé y torturé yo?

PERIODISTA: Una señora llamada María Elena. ¿No?

PRISIONERO: Yo fui a la casa de María Elena a detenerla, pero a María Elena no la desnudé yo. Yo sé que está ahí; pero yo no…

PERIODISTA: Sí, como sabía que estaba ahí, entonces dijo que sí, que había ido…

UNA TESTIGO (María Elena): Calviño, aquí está María Elena, ¿me conoces? 

Lo primero que me hizo, al tumbarme la puerta, darme una tremenda trompada que me hundió el esternón. Después, todo el tórax me lo destrozó a golpes, tanto que tengo una lesión cardiaca desde entonces. Entonces, él se me tiró a la ropa, porque la detención fue a las cuatro de la mañana, traigo aquí —porque lo conservaba, porque yo juré que me enfrentaría algún día delante de tí, ¿te acuerdas que te lo dije?— estos son los pedacitos más grandes del piyama, y todavía tienen sangre. Y esta es la bata (los muestra) que me puse; delante por aquí tiene sangre todavía, porque me dio una patada en el vientre y tuve una hemorragia.

No le bastó eso. Entonces, cuando ya me desnudó, me entregó a Cano, a Alfaro, y a toda aquella gente, para que abusaran y me ultrajaran. ¡Cómo me tuve que fajar con ellos para que no realizaran eso!, me partieron dos vértebras, ¿te acuerdas?, dos vértebras. Cuando estaba Miguelito «El Niño», porque aquí todavía me faltan, él y el teniente Sánchez, porque los demás están muertos, porque los he acusado a todos, y están muertos, pero me faltabas tú, me falta el teniente Sánchez y me falta Miguelito «El Niño», porque me hicieron los horrores más grandes que se le puede hacer a una mujer. Que los golpes no me dolieron tanto como los ultrajes que me hicieron, y las vejaciones.

Entonces, cuando ya estaba desfallecida, que me iba en sangre, viniste por detrás y me hiciste los «teléfonos», que he perdido el oído éste que casi no oigo. Todo eso me lo hiciste fríamente, y cuando derribaste la puerta de mi casa, lo que me dijiste: «María Elena, aquí tienes al gran Calviño, ¿tú no decías que me ibas a preparar un atentado?, pues te voy a desbaratar». Y efectivamente, me desbarataron. Porque me llevaron de la Novena muerta para el SIM; me tuvieron que llevar un cardiólogo, me tuvieron que llevar al doctor Rodríguez Díaz, porque me desangré.

(…)

PERIODISTA: La única pregunta que quiero hacerle a usted, señor Calviño, es la siguiente: ¿usted también venía a defender la Constitución de 1940?

PRISIONERO: Bueno, no, yo vine aquí completamente engañado, porque yo…

(…)

TESTIGO RAFAEL MORALES (Arturo): Yo sé que tú padeces de amnesia, ¿tú no me conoces a mí tampoco?

PRISIONERO: Dígame su nombre.

TESTIGO MORALES: Arturo. Y el otro nombre mío: Rafael Morales, el mío de verdad. ¿No me conoces a mí? ¿Tú no me conoces, cuando me fuiste a buscar, y me sacaste a las dos de la mañana de mi casa? ¿Tú no te recuerdas cuando me torturaste? ¿No te recuerdas cuando me dabas con la pistola por aquí para que no pudiera levantar los brazos? ¿No te recuerdas de eso, en la Quinta Estación de Policía? ¿No te recuerdas de nada de eso? ¿No te recuerdas que me tuviste una semana colgado por un pie de una reja con la cabeza para abajo?

PRISIONERO: ¿Una semana colgado… ?

TESTIGO MORALES: Tú no recuerdas, tú tienes amnesia, pero amnesia porque tú mismo lo quieres. Tú no recuerdas todo lo que hiciste, pero yo no he venido aquí a eso. Yo lo que vengo es a saber el nombre de un compañero que tú asesinaste delante de mí, y que quizás sea uno de los mártires anónimos. Eso es lo que yo quiero que tú me digas: el nombre de ese compañero, aquel que aquella noche, allá abajo en el sótano de la Quinta Estación de Policía, que vestía un pantalón blanco de dril, una guayabera blanca acabada de sacar, unos zapatos negros y blancos, y que tú le diste… cuando le dieron la primera «pasada» de palos, se cayó de rodillas, y tú le metiste una patada por el hígado y cayó de bruces al suelo. ¿No recuerdas eso? ¡Sé digno alguna vez en tu vida, sé digno alguna vez, alguna vez en tu vida nada más, y dí si eso es verdad o no!

PRISIONERO: Óigame, pero. ..

TESTIGO MORALES: Di si lo asesinaste, y quién era, para por lo menos nosotros recordar a ese mártir, a ese compañero, saber su nombre. Y que después le pasaste por arriba y dijiste palabras que aquí no puedo repetir.

MODERADOR: Conteste a esa pregunta prisionero Calviño. Conteste a esa pregunta: ¿cómo se llamaba?

PRISIONERO: No, no no, yo del caso ese no…

TESTIGO MORALES: Alto, trigueño. Estaban, mira: tú, Sánchez, Rafaelito Salgado —que está cumpliendo treinta años. A todos los hemos fusilado ya…

PRISIONERO: Bueno, ya ve, ahora habemos un grupo, ahora no soy yo solo.

TESTIGO MORALES: No, pero estaban todos ustedes, pero el que le dio la patada … porque en el momento en que tú le diste la patada, yo estaba en una esquina, porque un momento antes me habían dejado caer la goma de un automóvil arriba, agarrándome el suelo, la goma de un automóvil que la habían levantado entre dos y me la habían dejado caer arriba. ¿Cómo se llamaba el compañero aquél?, porque después lo sacaron, y tú pasaste sobre él y dijiste una palabrota, y después dijiste: «qué sueño más profundo está durmiendo éste, que no nota ni que yo le paso por arriba». Así que después que lo asesinaste, lo profanaste también, porque tú eres un vil asesino.

(…)

PERIODISTA: Yo no voy, desde luego, a hacerle ninguna pregunta a este mercenario de Ventura y de Miró Cardona, de Batista y de Kennedy, sino a dar lectura al telegrama que recibí de los padres de un muchacho maravilloso, de un muchacho valiente, estudioso, que tuvo la amistad de muchos compañeros en la Universidad. Y dice el telegrama:

«Prisionero de guerra Calviño ejecutor varios crímenes época tiranía orden criminal Ventura punto Mató con clavos líneas atravesando cráneo sacando ojos y otras torturas nuestro único hijo Rafael Guerra Vives estudiante ingeniería agronómica Universidad Habana».

Y firman los padres: Rafael Guerra Varona y Zoila Vives.

(…)

ODON ALVAREZ D.C. LA CAMPA: ¿Te recuerdas que asesinaste a Morúa, y a muchos compañeros más?, ¿que desapareciste a algunos?, ¿que mataste en la Quinta Estación de Policía a un compañero que enviaron de la Sierra Maestra, y que no se sabe hasta estos momentos quién era ese compañero, que trató de fugarse de la Quinta y lo ametrallaste, porque se equivocó y en lugar de salir hacia la derecha salió hacia la izquierda, y tú lo ametrallaste?

(…)

ODON ALVAREZ DE LA CAMPA: ¡Tú torturabas a la gente allí; utilizaste las torturas más atroces, en la Novena Estación usabas una manguera de agua, que se la colocabas a los compañeros en la boca, amarrados, para que se ahogaran!, ¡tú cometiste los más viles asesinatos, monstruosos!; ¡tú eras el agente principal de Ventura, de Carratalá! ¡Tú, Miguelito «El Niño», Ariel Lima! ¡A todos esos los vamos a ajusticiar, a Sánchez! ¿Tú puedes negar eso?

Fuentes:

El último mercenario, Resumen Semanal de Granma, 9 de noviembre de 1986.

Periódico Revolución

Angela González del Valle y Gutiérrez (Angelita), en la clandestinidad María Elena, se enfrenta a Calviño y le muestra restos de la ropa que vestía esa noche cuando se la arrancó y la desnudó. Foto: Archivo de Granma
Pilar la novia de Alfonso Torice (Morúa), le grita a Calviño: «¡Dime que no, dime que no!. ¡Dime que no fue verdad que, después que mataste a Morúa, a los nueve días, tú me cogiste presa, y te sentaste a contarme cómo lo habías matado!, ¡Dime que no!!, ¡Dímelo, Calviño!! Foto: Archivo de Granma
El asesino mercenario Jorge King Yung, escucha las acusaciones de un familiar de una de sus víctimas. Foto: Archivo de Granma
De izquierda a derecha los asesinos y esbirros batistianos Emilio Soler Puig (el Muerto), Andrés Vega, Nicolás Hernández Méndez, Antonio Padrón Cárdenas, Pedro Vila, Ramón Calviño Inzua y Jorge King Yung. Foto: Archivo de Granma
Los acusados escuchan a los testigos que declaran en su contra acusándolos de asesinato, torturas y otras vejaciones. De izq. a derecha, Nicolás Hernández Méndez, Antonio Padrón Cárdenas, Pedro Vila, Ramón Calviño Inzua y Jorge King Yung. Foto: Archivo de Granma
Las pruebas son abrumadoras contra los acusados: Testigos que fueron torturados, familiares de víctimas asesinadas que fueron acosadas por sus asesinos; combatientes que fueron delatados por estos esbirros. Foto: Archivo de Granma
Emilio Soler Puig (el Muerto) autor del asesinato del líder obrero portuario Aracelio Iglesias en el año 1948, y del exilado dominicano Pipí Hernández, en 1955, declarando en el juicio. Foto: Archivo de Granma
Para los derrotados mercenarios los cinco asesinos fusilados habían «servido con honor y valentía» en las arenas de Playa Girón, donde se rindieron a las Milicias cubanas. Foto: Archivo de Granma

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