Tal vez por ser portador de la alegría, por haberse dado a los demás, por el desenfado, la sonrisa y la valentía con que anduvo por el mundo, es que nos cuesta tanto creer que el maestro José Luis Cortés se nos haya ido, a los 70 años, irradiando eterna juventud.
«Ha muerto El Tosco», oímos decir, y nos lastima en lo hondo. Cuba, que así lo llama y lo llamará eternamente, bien sabe que ni áspero ni torpe fue este hijo suyo que le dio a la música cubana su extraordinario talento.
Uno de los fundadores de Los Van Van, integrante de Irakere y director de la orquesta NG La Banda, desde su fundación, José Luis Cortés vivió no solo para crear, sino también para enseñar. Compartir sus conocimientos fue para él un imperativo de su carácter jovial y limpio de frivolidades.
Precursor de la timba y considerado uno de los creadores de la nueva escuela de flautistas de nuestra música popular, mereció en 2017 el Premio Nacional de Música.
Con su partida, se enluta el cielo de la música y el de su país, al que le ofreció inolvidables horas de gozo, entregándole un arte con sello propio que Cuba no podría olvidar. Hasta siempre, José Luis Cortés, artista en permanente crecimiento. Inmenso. Nuestro.