LA HABANA, Cuba.- El benjamín del poder en Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, habló demasiado durante la reunión de balance del Ministerio de Cultura efectuada en días pasados. Se refirió al trabajo desplegado por ese organismo en el año 2021, y además expuso con amplitud la posición oficial cubana acerca de la invasión a Ucrania por los rusos. Posición que, por más que se esfuerce la propaganda castrista, no sintoniza con la opinión mayoritaria de la comunidad internacional.
Después de entonar loas al socialismo, la independencia, la soberanía, la democracia socialista y la paz, el mandatario apuntó que “el que en estos tiempos no sea antiimperialista, no puede comprender los problemas que están pasando en el mundo ni en el país”(“El 2022 será mejor si tenemos más espiritualidad”, periódico Granma, edición del 8 de marzo).
Cualquier observador escasamente informado de la manera de pensar y actuar de los dirigentes cubanos, podría imaginar que la frase anterior encierra un enfoque adecuado del panorama internacional, pues condenaría las acciones emprendidas por algunos países para sojuzgar a otras naciones.
Sin embargo, la realidad es bien distinta. Porque el señor Díaz-Canel acude a la inservible definición de imperialismo que planteó Lenin hace ya más de cien años, según la cual el imperialismo es la fase superior del capitalismo, y por tanto son los actuales países capitalistas, con Estados Unidos a la cabeza, los únicos que clasificarían como naciones imperialistas en la actualidad.
Así, de una manera sencilla, con su teoría de por medio, el heredero de los Castro exonera a sus aliados rusos, como seguro antes exculpó a los soviéticos, de la condición de imperialistas.
Mas, comoquiera que el grueso de la comunidad internacional observa rasgos imperialistas en la actuación de Vladimir Putin, entonces, de carambola, el raro antiimperialismo de Díaz-Canel haría válida su definición: él no puede entender los problemas actuales del mundo porque en verdad no es antiimperialista. Es decir, no condena a Putin, el verdadero imperialista.
Y no entiende los problemas del mundo porque no admite que la responsabilidad total del actual conflicto en Ucrania recae sobre Rusia, que nostálgicamente añora los tiempos en que Ucrania era parte del imperio soviético, con Moscú como la Roma del siglo XX.
No es, como dice el castrismo, que Estados Unidos y la OTAN atraigan a las ex repúblicas soviéticas para establecer un cerco en torno a Rusia. Es el temor a la voracidad del oso ruso lo que ha llevado a esas ex repúblicas soviéticas -así como también a las naciones de Europa oriental que antaño construían el “socialismo real”- a buscar protección en Occidente.
Lo más triste de todo, para nosotros, es la manera en que el monopolio castrista sobre los medios de difusión les transmite la desinformación a los cubanos de a pie. Y además que hayan utilizado el aniversario del surgimiento del periódico Patria, una obra netamente martiana, para armar un show en Casa de las Américas, con personajes de la más rancia izquierda internacional, para propagar su vulgar falacia sobre lo que sucede ahora en Europa.
El periódico Granma, en la primera página de su edición del 16 de marzo, comentando los resultados del referido evento en Casa de las Américas, se refiere a un mundo “donde la hegemonía imperial en el terreno virtual y simbólico es abrumadora”.
Claro que sí, diríamos nosotros. Y es hegemónica y abrumadora porque contiene la verdad. No es posible, por ejemplo, y como quisieran Díaz-Canel y sus secuaces, admitir que la verdad la tuvieran los cinco países que votaron en la ONU contra la condena a Rusia, o las 30 naciones que por cobardía o conveniencia se abstuvieron, y en cambio pensar que los 140 que condenaron al Kremlin estaban equivocados.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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