El pasado jueves bajó del lomerío la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa. Desde su partida el 28 de enero, fecha sagrada del arranque durante 32 ediciones, las redes sociales nos tuvieron al tanto de cada paso del itinerario. Los mismos protagonistas, actrices y actores, dieron cuenta, mediante sus comentarios e imágenes, de funciones y actividades. No deja de asombrar el que hoy se pueda publicar desde cada sitio, cuando antes nos sumergíamos allí en zonas de escasa comunicación y hasta de silencio absoluto.
Entre las noticias de lugares y campamentos, espectáculos realizados y otros coloridos apuntes, sobresalieron las numerosas presentaciones del libro A Baracoa me voy… Una Cruzada Teatral, de Isabel Cristina López Hamze y Jorge Ricardo Ramírez Fuentes, asimismo responsables del documental El lenguaje de la montaña (2019), también sobre la experiencia del gran suceso, Premio Nacional de Cultura Comunitaria. Para este testimonio titulan con el leitmotiv en que ha devenido la canción de entrada a cada función, sea de día o de noche. A Baracoa me voy, aunque no haya carretera…, una profesión de fe sobre el seguro e indescriptible encuentro con los espectadores a lo largo de 34 días de vida y arte.
Producido por la Fundación Rosa Luxemburgo, el volumen permite transitar, por supuesto, la geografía física y, sobre todo, humana de la más fascinante de las peculiaridades del extremo oriental de la Isla, según afirman sus autores al presentar la Cruzada. Y como el libro apareció a finales de 2021, fue ahora su primera vez, el talismán de (este) viaje. En el diálogo, desplegado en cada página de su hermosa impresión entre las fotos de Jorge Ricardo y los textos de Isabel Cristina, se presentan los hechos desde una vista panorámica, pero también en sus detalles.
Los municipios, en el orden establecido de la marcha, son las partes o «capítulos» de la estructura. De cada uno de ellos se brinda valiosa información estadística sobre la interacción en ellos de la Cruzada Teatral. En Manuel Tames se detienen los autores en el ingenio azucarero Argeo Martínez, en Yateras suben a Los Naranjos, ese precioso valle entre montañas, y conversan con Juanito en Vega del Toro, atraviesan Caujerí para llegar al semidesierto de San Antonio del Sur, descansan brevemente en Imías y enmudecen ante la escarpada carretera hacia Maisí, hasta cruzar el estuario del río Yumurí para pisar Baracoa y luego despedirse de ella en Palma Clara.
El fotógrafo y la escritora descubren un mundo y también a sí mismos como pareja. El libro «recorta» los mensajes que como pistas se dejan en el camino a lo Hansel y Gretel. De la mano, retratan todo a su paso, «cosas», situaciones, productos típicos, tradiciones, naturaleza: el imprescindible camión, dos niños en la escuela aislada a la que acude desde lejos el consagrado maestro, contrastes del clima, el grupo musical XX aniversario, lavar en el río, el culto al café montano, la influencia de las iglesias cristianas en aquellos lares, las comidas, las polimitas, las frutas… ¡Y el público, las personas y los personajes populares!
Con sus propias aclaraciones al pie de los textos por el uso de términos del lenguaje llano o de moda, la escritura desenfadada de Isabel Cristina resulta un simpático vehículo de relación, para asomar a los lectores a ese bellísimo acontecimiento que es la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa. Su sagaz discurso abre ante nosotros la anatomía de la aventura y, aún más, su fisiología. Para mí, otra manera de desandarla como tantas veces y sin oportunidad en los últimos años, por los inolvidables senderos de su magia natural entre «el mar y la montaña».