Las plazas fundacionales a lo largo de la historia se han transformado de acuerdo con las tendencias generalizadas como espacio de uso público, donde se exponen, por su arquitectura, los valores culturales propios de una sociedad y de un tiempo particular.
En los anales de Isla de Pinos, actual Isla de la Juventud, aparece que el 15 de septiembre de 1809, nació en torno a su plaza Santa Fe, el primer asentamiento fundado por los españoles en esta ínsula, situado a orillas del río de igual nombre, y a unos 17 kilómetros de Nueva Gerona, la que sería 21 años después su principal villa.
Por ese entonces, Santa Fe contaba además con una iglesia, un embarcadero, un pequeño cementerio y un total de siete casas donde vivían 23 personas.
A pesar del valor desde el punto de vista simbólico de las aguas minero-medicinales, liado a la leyenda aborigen que sustenta el poder curativo de los manantiales, aquel caserío quedó preterido, cuando por edicto real de Fernando VII el 17 de diciembre de 1830 se fundó la colonia Reina Amalia y su villa Nueva Gerona.
En 1846 el poblado fue arrasado por un ciclón, y sus moradores tardaron siete años para levantarlo y estimulados por la aparición de un vaporcito que cubría la ruta Batabanó-Muelle del río Júcaro, construyeron varios hoteles de piedra.
Estimulados por la Sociedad de Fomento, hacia 1860, comenzaron a edificarse en torno a la plaza, centro histórico de la reconocida “Villa de las Aguas”, los establecimientos más importantes: la primera biblioteca pública en Isla de Pinos, la escuela primaria y centros comerciales, estos últimos concurridos por quienes eran atendidos en los balnearios.
El doctor José de la Luz y Hernández Sardiñas (1801-1890) fue uno de los propietarios de la hacienda de Santa Fe, según aparece en uno de los planos levantados en 1860 y fundador de la Sociedad de Fomento Pinero, la primera de su tipo, encargada de explotar las aguas y establecer el turismo de salud en esta parte de Cuba.
A pesar de no existir una línea regular que vinculara el puerto de Isla de Pinos con los de La Habana, la acción de De la Luz Hernández Sardiñas hizo saltar a la palestra nacional e internacional las propiedades curativas de sus aguas minero-medicinales, al recomendar distintos lugares que por sus condiciones climáticas favorecían la cura de la tuberculosis, entre otras patologías.
En el año 1908, cuando Cuba y EE.UU. dirimían el estatus de Isla de Pinos, visitó Santa Fe la escritora estadounidense Irene Aloja Wright, quien admirada por la belleza de la plaza estimuló a conservarla tanto a las autoridades del lugar como a los vecinos.
Con el paso del tiempo, se agregaron a ese espacio de socialización otros elementos como una glorieta (1940), aceras, bancos (uno de ellos donados por el doctor Jesús Portocarrero, capitán del Ejército Rebelde) y plantas ornamentales.
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Imposible soslayar entre los valores culturales, históricos y simbólicos del enclave, que en 1957, el sacerdote Guillermo Sardiñas Menéndez, antes de subir a la Sierra Maestra a luchar contra el Gobierno de Fulgencio Batista, inauguró la iglesia católica en posición diagonal al actual parque “Doctor José de la Luz y Hernández Sardiñas”, en honor al destacado galeno habanero de nacimiento y naturalizado en Isla de Pinos.
En ese parque urbano aparecen, además, como elementos icónicos de la comunidad, el monumento a las madres y más recientemente, otro dedicado a la memoria de Ramón “Mongo Rives Amador” (1929-2022), defensor y cultor del Sucu Suco, ritmo identitario de Isla de la Juventud.