El primero de marzo de 1959 en Las Martinas, Pinar del Río, se conmemora de forma diferente. Cuentan que, ese día, en barco llegó Fidel junto a la noticia. Campesinos de la zona todavía recuerdan el momento con especial singularidad.
“Una Revolución de carácter agrario convertía a los campesinos en actores del proceso revolucionario y rompía con la explotación que durante siglos había tenido lugar en la Isla”
Juan Carlos Rodríguez, historiador de la provincia de Pinar del Río
A 63 años de la primera entrega masiva de tierras que el Comandante Fidel Castro realizara a 340 familias agrarias en el territorio pinareño, vuelven a festejar en Sandino la otrora jornada.
Luego de ser nombrado Primer Ministro, un mes antes, Fidel había trabajado de cerca en el occidente cubano, región en que, según el Líder Histórico, se encontraban los peores y más avaros latifundistas del país.
En base a ello, especialistas aseguran que no fue casual la selección del escenario para la entrega de las tierras.
En contraposición a la inevitable realidad de aquellos años, hoy en Pinar del Río existen más de 30 mil propietarios que encuentran en el trabajo de sus tierras el sostén familiar y el apoyo a la economía del país.
Según el historiador de la provincia, el suceso en Las Martinas fue un ensayo de la aplicación de la Ley de Reforma Agraria que tuvo lugar 77 días después.
“Los humildes por primera vez fueron protagonistas.
“A partir de entonces, Fidel comienza a modelar en Vueltabajo el desarrollo de las comunidades agrarias. Sobre todo, en las zonas de Moncada y San Luis, comunidades que fueron el fruto de un proceso de continuidad histórica que transformó la propiedad de la tierra de forma definitiva”.
Juan Carlos Rodríguez, historiador de la provincia de Pinar del Río
En declaraciones del historiador, la Reforma Agraria ha sido cataloga como el primer golpe demoledor al imperialismo norteamericano: más del 70 por ciento de las tierras pasaron a manos de quienes la trabajaban.
Las minorías empoderadas dejaron de tener privilegios para otorgarle al pueblo lo que desde el Moncada les fue prometido. Finalmente, se cumplieron los grandes anhelos de los cubanos más necesitados. Un sueño que había costado mucho a quienes dieron su sangre por el pueblo de Cuba.