No sabemos, ni sabremos nunca, si Jorge Enrique Lage es un loco que se está volviendo cuerdo o toda su obra es una crisis esquizofrénica.
Jorge Enrique Lage reúne todas las características de la “Generación año 0” y a la vez es un eslabón independiente. No sé cómo explicar las cosas aquí, no sé cómo transmitir la genialidad caótica de Lage. Supongo que hay escritores con los que no se puede hacer mucha academia. Lo más cercano a La autopista… es una inyección de adrenalina y drogas noventeras directo en la yugular.
La autopista: The Movie, es una novela del escritor cubano Jorge Enrique Lage que salió a la luz en 2014 por la Editorial “Caja China” y más o menos dice en su contraportada que trata sobre una Habana que ya no es una ciudad apta para todo tipo de lector, sino una ciudad condicionada, triple equis, entregada con inusitado fervor a un estado de pornoliberación y ruina general…
¿Quién es Jorge Enrique Lage? Bueno, eso habría que preguntárselo a él, ahora ¿Qué sabemos de Jorge Enrique Lage? Que nació en la Habana el último año de la década de los 70tas, que es licenciado en Bioquímica, ha ganado premios como el “Celestino” (2002) “Luis Rogelio Nogueras” (2003) “Vitral” (2003) “Farralque” (2004) y el “Calendario” en dos ocasiones de narrativa en 2003 y ciencia ficción en 2004. Además, sabemos que es el autor de los libros como Fragmentos encontrados en La Rampa, Ediciones Abril, 2004; Yo fui un adolescente ladrón de tumbas, Extramuros, 2004; El color de la sangre diluida, Letras Cubanas, 2008; Vultureffect, Ediciones Unión, 2011; Carbono 14. Una novela de culto, Letras Cubanas, 2010… actualmente es el Jefe de redacción de la revista El cuentero.
“Dicen que la autopista va a atravesar la ciudad de arriba abajo…”
La Cuba y específicamente la Habana que una vez existió ya no está, todo se ha se ha ido a pique. Surge entonces la triada de preguntas existencialistas. ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Hacia dónde vamos? Y es Jorge Enrique Lage un oráculo funesto. Nos muestra, cámara en mano, como en un video XXX Gonzo, una Cuba desolada, desértica, seca. Una Cuba que solo sirve para la construcción de la autopista, una autopista intercontinental. Una mega construcción de dimensiones bíblicas. ¿Qué es Cuba? ¿Qué es la Habana? No es nada, un montón de polvo y escombro y tierra apisonada lista para recibir el asfalto extranjero.
La novela se mueve en un estilo retro futurista conocido como Ciberpunk, que muestra un panorama distópico del futuro. Este subgénero de la ciencia ficción combina un alto nivel tecnológico con una baja calidad e vida. Algunos de los autores Ciberpunk más conocidos son Bruce Sterling y John Shirley.
La autopista… plantea un escenario devastado. Una Habana que alberga personajes insólitos, demacrados, radioactivos, estrafalarios y profundamente humanos. En esta Habana futurista de mediados del siglo XXI aparecen dos personajes que estarán dando tumbos hasta el final de la novela. El narrador y el Autista. Ambos emprenden un viaje al estilo Road Movie por toda la ciudad. un viaje que no tiene ningún sentido, ninguna meta, que ni siquiera es un viaje. Aun así, logran llegar a un lugar. ¿A dónde? Eso se lo dejo al lector de La autopista…
El narrador y el Autista son los personajes principales de esta extravagante y adictiva road movie. Digo narrado porque no hay prácticamente ninguna información sobre él y digo Autista porque así le dice el narrador. Este binomio estará dando tumbos por lo que queda de la ciudad. No está claro quién sigue a quien. Más bien es un deambular continuo, como perros callejeros que han perdido toda aspiración a encontrar un hogar.
El narrador es un tipo práctico, inteligente, con ligeras nostalgias por la Habana que una vez y un desinterés por todo lo que lo rodea. Es un héroe confundido, un héroe confundido como Hamlet, como El extranjero de Camus, como Malabre de Edmundo Desnoes. El narrador no se siente motivado por nada, es un espectador que retrata lo que él entiende como interesante, pasajes que le llaman la atención y pueden servir para hacer una película, o el guion de una película o como mínimo el making off de esa película.
El autista fue un nerd, un friki, un extravagante, desequilibrado mental… pero ahora está por encima de todo eso. Siempre tiene una explicación para todo, o una teoría o una pregunta de todo. El mundo a su alrededor puede venirse abajo y él permanecerá con una cara desprovista de expresión.
Esta pareja, no precisamente explosiva, rompe con una de las características más comunes de la narrativa de héroe y escudero. El ejemplo por excelencia: Don Quijote y Sancho Panza. El Narrador y el Autista no tienen nada que ver con esto. Ellos no se contaminan en ningún aspecto. No hay una retroalimentación, la llamada Quijotización de Sancho y Sanchificación del Quijote se rompe en La autopista… y podríamos caer en la discusión si no son el mismo personaje, ya que por momentos parece que uno es la alucinación del otro, pero eso es una libertad interpretativa del lector.
Las peripecias de estos personajes llevan al público lector por un tour frenético entre indios seminolas, el presidente de la Coca-Cola, rastas que fuman yerba altamente radioactiva, supermodelos de skate, chicas afterpop, genios de embotellados y un soundtrack aleatorio de heavy metal, jazz, soul, son, guaracha y Rock and Roll.
“…lo que queda de la ciudad”
La habana de La autopista… es más parecida a el desierto de Arizona que a una ciudad tropical. Todo lo conocido resulta extraño, como si viniera de lejos y paradójicamente, todo lo foráneo se da con organicidad, como en un terreno fértil donde las referencias extranjeras parecieran ser animales autóctonos del ecosistema habanero. La constante terminología en ingles llega a sentirse como propia y la lengua española se renueva y conquista, se apropia de términos como Breaking News, White Trash, Grandmaster, Therapist y muchísimos otros que plagan las páginas de la novela. Es una obra muy personal lo que le da ese toque único, original, sin caer en una obra de autor, ni tener continuas reseñas biográficas.
Las referencias pop norteamericanas aparecen con total naturalidad en la narración, referencias que aluden a una Habana colonizada culturalmente. No creo que sea una crítica, sino un reflejo de esa penetración ideológica, esa adorable penetración de los reyes del entretenimiento. Estados Unidos ha extendido sus símbolos, su cine, su literatura, sus códigos a medio mundo y Cuba no es la excepción. Es una cultura riquísima, con sus luces y manchas. Lage capta todas las gamas cromáticas de esa metáfora lumínica y las esparce sobre La autopista…
La penetración cultural no ocurre como un fenómeno de sustitución. El problema ocurre cuando la cultura nacional se debilita hasta el punto de perderse. Entonces ocurre una disolución de la cultura nacional y la norteamericana se impone. Hay una solución a ese problema, una solución que no es demonizar la cultura norteamericana, ni prohibirla. La solución es fortalecer la cultura nacional, defenderla, promoverla, exportarla. Ambas pueden convivir, combinarse, pero debe imperar la nacional. Si dejamos que la identidad y la cultura nacional se muera o caiga en la mediocridad y el olvido, sin lugar a dudas de aquí a 50ta años estaremos en una Habana, en una Cuba como la de La autopista…
Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos están signadas por la tensión, son relaciones de amor/odio, relaciones extrañas, singulares, tóxicas. Imagino que todo ello provoque que la mezcla entre ambas culturas sea igual de rara.
Creo que Lage no se propuso caer en las intensidades de la política, ni en romper conceptos de la narratología, pero lo hace. Lo hace porque la política es transversal a todo y lo afecta. El estado cubano en La autopista… ya no existe o es un fantasma o un monigote en la arena. El país es un títere de las potencias extranjeras, ya no hay nada que defender, no hay nada que perder. Todo lo que una vez hubo está perdido. Un panorama posible, sin aras de ser profético, pero posible si no valoramos el país que tenemos hoy, si desperdiciamos, como nación, nuestras riquezas intelectuales y culturales. Y la narratología entra en crisis cada vez que un escritor de avanzada pones los dedos sobre un bolígrafo o sobre las teclas de una computadora.
Lage no es un genio, no creo que si lo fuera hubiese logrado escribir con tanta libertad. Aun así, mi propósito no es caer en adulaciones hacia el autor. Solo que a Lage lo amas o lo odias y está clara mi posición hacia él.
El público que se enfrente a La autopista… debe estar dispuesto a todo, debe sentarse sin prejuicios ante una novela que lo dejará dando vueltas a cientos de años luz de la realidad.
¿De dónde vinimos? No lo sabemos, ni lo sabremos nunca. Sabemos lo que una vez fuimos como nación. La historia está ahí ¿Qué somos ahora? Una mezcla intercultural, llenos de contradicciones en todos los sentidos, un país atípico. Lo verdaderamente importante es quiénes queremos ser. Espero que no algo parecido a La autopista…