El humorista cubano Limay Blanco, quien lleva años entregando ayuda humanitaria, ha decidido detener por un tiempo esta hermosa labor, confesando que hasta que no tenga un local independiente a su casa no va a poder seguir distribuyendo los donativos entre los más necesitados.
Blanco explicó que por problemas de espacio, no podrá seguir recolectando medicinas, ya que la situación afecta también a los demás miembros de su hogar.
«Voy a parar, hasta que yo no tenga un local no voy a seguir. ¿Qué es lo voy a hacer yo? Los videos: ‘Necesito esto’. Y una persona se va a encargar de mi teléfono, una segunda persona se va a encargar de repartir los medicamentos, y otra se va a encargar de leer comentario por comentario, porque aunque tú no lo creas, hay comentarios que me afectan», expresó.
La casa del humorista se ha convertido en una suerte de almacén-farmacia donde distribuyen medicamentos que no se encuentran en estos establecimiento manéjenos por el Estado cubano, y lo hacen de manera gratuita. Pero al parecer su familia le ha pedido, detenga la labor, hasta que cuente con un lugar para almacenar las donaciones y proseguir con el proyecto Cristo cambia vidas.
«Yo quiero, cuando salga de la farmacia, por ejemplo, llegar a mi casa y acostarme a dormir. Dejar mi trabajo en el trabajo, mi casa ahora mismo es mi trabajo, no puede ser. Eso me está afectando a mí en mi matrimonio y en mi familia. Yo hace rato no veo a mi hijo, no veo a mi mamá; a Maily no la veo, Maily está en la casa y no la veo por estar haciendo estas cosas», contó.
El humorista, quien es cristiano practicante, ha pedido ayuda a las iglesias de Cuba para conseguir un local, donde puedan continuar con la labor.
Luego de sincerarse y pedir ayuda para el proyecto, a pocas horas del anuncio, Limay recibió un donativo de un extranjero, que le llevó una maleta de medicinas y 500 dólares para contribuir a la compra del terreno para el local.