A propósito de la farsa judicial llevada a cabo por Daniel Ortega y Rosario Murillo, luego de que comenzaran los juicios contra opositores políticos en Nicaragua, como el de la ex guerrillera sandinista Dora María Téllez —acusada de conspirar contra la integridad nacional—, no se han hecho esperar las críticas a tales medidas represivas.
Algunas de ellas han sido las realizadas por la futura ministra de Relaciones Exteriores de Chile, Antonia Urrejola, así como por el propio presidente electo Gabriel Boric, quienes han manifestado en reiteradas oportunidades su rechazo a las violaciones a los derechos humanos en Nicaragua, tildándolo de una vergüenza.
En el caso del presidente Boric, su condena al terrorismo de Estado de parte del gobierno nicaragüense y de tantos otros, como su defensa irrestricta a los derechos humanos —sean donde sean: Chile, Colombia, Cuba, Israel, Estados Unidos, Rusia, China o Venezuela—, lo han hecho blanco de descalificaciones de sectores fanáticos, tanto de un lado como de otro.
Por ejemplo, desde un punto del espectro no le ha perdonado que se refiera de manera crítica a lo que pasa con los gobiernos de izquierda autoritarios de la región. De esa forma le estaría haciendo el juego a la derecha y a los Estados Unidos, plantea cierta intelectualidad progresista.
Quizás uno de los personajes que más ha contribuido a desacreditar cualquier cuestionamiento a las izquierdas autoritarias, ha sido el sociólogo argentino Atilio Borón, quien en reiteradas ocasiones pareciera actuar más como un vocero de algunos gobiernos que como un pensador crítico proveniente de las Ciencias Sociales.
Un ejemplo de ello es lo señalado recientemente por Borón, luego de que el presidente Boric planteara que la experiencia política venezolana ha fracasado, lo que se evidencia con la diáspora de millones de venezolanos que ha traído una crisis humanitaria sin precedentes a nivel regional.
Frente a esto, la respuesta vía twitter del sociólogo argentino, cargada con un tono de superioridad intelectual, fue la siguiente: «Presidente inexperto necesita clases de historia de A. Latina, colonialismo cultural, imperialismo y relaciones internacionales. Profesores presentarse en Palacio de La Moneda, Santiago, Chile, a partir del 11 de Marzo. Traigan material de lectura y ármense de paciencia».
URGENTE: presidente inexperto necesita clases de historia de A. Latina, colonialismo cultural, imperialismo y relaciones internacionales. Profesores presentarse en Palacio de La Moneda, Santiago, Chile, a partir del 11 de Marzo. Traigan material de lectura y ármense de paciencia. pic.twitter.com/7ZEuKJMqvr
— Atilio Boron (@atilioboron) January 22, 2022
Es una lamentable respuesta de Borón, que deja entrever un tufillo estalinista digno de manual de quienes han defendido dogmáticamente a sistemas de opresión que solo han beneficiado a una casta en el poder.
No es de sorprender entonces que Borón en el año 2017 llegara al extremo de decir, luego de las protestas en Venezuela aquel año, que «la única actitud sensata y racional que le resta al gobierno del presidente Nicolás Maduro es proceder a la enérgica defensa del orden institucional vigente y movilizar sin dilaciones al conjunto de sus fuerzas armadas para aplastar la contrarrevolución y restaurar la normalidad de la vida social».
En otras palabras, hizo un llamado explícito al terrorismo de Estado en Venezuela, de la misma manera que lo han hecho sectores de derecha en países como Chile o Colombia, donde se han construido a un enemigo interno para justificar la represión y la violación a los derechos humanos.
Ciertamente no se puede omitir el histórico intervencionismo de Estados Unidos en la región, tampoco que las enormes reservas de petróleo de Venezuela son estratégicas para sus prácticas imperiales; pero de ahí a decir que detrás de cualquier crítica política a eses gobiernos, está la CIA o la inteligencia estadounidense es un razonamiento típicamente lineal y dicotómico.
Borón no tienen ningún problema tampoco en justificar lo realizado por Ortega y Murillo en Nicaragua, a pesar de que la dictadura nicaraguense, a diferencia de la venezolana, sí pactó con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Es un gobierno patriarcal contrario a derechos básicos de las mujeres, a quienes prohíbe cualquier tipo de aborto, por ejemplo.
Esto lo han entendido, en buena hora, varios referentes del Partido Comunista de Chile. Camila Vallejo, Karol Cariola e incluso Daniel Jadue, han condenado la persecución política y las políticas de terror de Ortega-Murillo. Mientras Atilio Borón ha señalado que lo hacen para quedar bien frente a la opinión dominante y para ganar votos provenientes de la derecha.
Por suerte, existen muchas voces críticas en la región contra ese relato conservador de izquierda de Borón, el cual solo simplifica procesos políticos mucho más complejos y niega la posibilidad de cuestionar lo que realmente importa, que es la concentración del poder político y económico, más allá de las ideologías que se profesen y el lugar en donde se encuentren.
Una de nuestras voces, Eduardo Galeano, en el año 2013 alertaba en una entrevista sobre la necesidad de recuperar el sentido de las palabras. Lo hacía luego de que el régimen de Daniel Ortega prohibiera el aborto terapeútico en Nicaragua, que había sido legalizado anteriormente durante décadas por gobiernos de derecha en casos de peligro de salud de la mujer y violaciones. «Estamos todos locos», señaló en aquel entonces.