En las próximas horas, la Dirección Provincial de Cultura y Arte en Sancti Spíritus revisará su gestión del último año y establecerá nuevos objetivos para 2022
La esquina de Escambray este 26 de enero de 2022.
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La cultura libra batallas que muchas veces pasan inadvertidas, que están en el día a día de su gestión. Es posiblemente uno de los sectores de la sociedad cubana que más cuestionamientos recibe. Vive entre aplausos y tiros al blanco donde la diana son sus instituciones, su programación, sus creadores y funcionarios.
No hay un día donde la vida cultural no sea revisada de pies a cabeza en espacios públicos, privados, en las redes sociales, en la cola del pan. Siempre ha sido así y aunque en ocasiones asisten razones, también el desconocimiento de lo que aporta, el derecho que tenemos a acceder a ella, pone al sector en una posición de balanceo sobre la cuerda floja.
El último año, que estuvo marcado por momentos duros y amargos provocados por la covid y los intentos externos de desequilibrio social, fue a pesar de todo ello una verdadera prueba de fuego para sostener la articulación con las organizaciones de creadores, los jóvenes artistas y el sistema institucional.
En Sancti Spíritus poco se habla del esfuerzo de la enseñanza artística en la atención permanente a los estudiantes de la Escuela Elemental de Arte Ernesto Lecuona, a los de nivel medio en los centros regionales y a los del Instituto Superior de Arte, que vieron sus aulas convertidas en hospitales de campaña. Los profesores mantuvieron dinámicas nuevas para acercar conocimientos, seguir formando a sus estudiantes, visionando sus posibilidades de crecimiento estético.
El 2021 sirvió para adentrarse con paciencia y tiempo de sobra en los fundamentos que asisten para la declaratoria de la Danza Isleña de Poza como Patrimonio Nacional. De otro lado, fue el comienzo de la digitalización del patrimonio documental de los museos de Fomento, Trinidad y el Museo Provincial General, aunque no se disponga de suficientes medios técnicos y materiales para la conservación de los inmensos valores que atesoran esas instituciones.
Es cierto que la programación cultural se vio golpeada donde más duele al no poder sostener su ritmo habitual y mucho menos intentar crecer desde nuevas perspectivas, más reales y con los pies en la tierra. El desplazamiento a los espacios virtuales fue su mejor aprendizaje y ahora, aunque las acciones presenciales tienen lógicas limitaciones, la programación actual está obligada a mantener esa experiencia si quiere propiciar la participación activa de los ciudadanos en los procesos culturales, satisfacer sus necesidades espirituales, de recreación, elevar la capacidad para apreciar el arte, promover la lectura y enriquecer la vida.
Aunque parezca repetitivo en estos días, nunca será suficiente el agradecimiento a los artistas y trabajadores de la cultura que se involucraron en cuerpo y alma en la lucha por detener la propagación de la covid, a quienes nos acompañaron en los vacunatorios, a los que casi nunca se mencionan pero fueron una garantía para la alimentación, el transporte, la restauración y el mantenimiento de muchos centros.
Tenemos que ser honestos y reconocer que la cultura necesita un cambio en sus formas y maneras de plantearse su relación con los públicos, de seguir transmitiendo los valores esenciales de la nación por todos los medios posibles, sean presenciales o virtuales. ¿Cuestión de hombres? ¿Necesidad de una descentralización eficaz? ¿Mejorar el diálogo con los creadores y aumentar la presencia de estos en la toma de decisiones? ¿Fomentar desde los territorios el conocimiento de sus mejores obras?
En un territorio con 124 instituciones culturales es imprescindible fortalecer la base material e impulsar el desarrollo cultural y su promoción desde la ciencia, la gestión integral de los recursos humanos, la informatización de los procesos culturales y administrativos. Esas metas no son inalcanzables, dependen siempre de la pasión con que se asuman, de la capacidad para construir universos que sean referentes y no caer en los datos fríos sin medir el efecto de las acciones.
Cuando en las próximas horas la Dirección Provincial de Cultura y Arte en Sancti Spíritus revise su gestión en el último año y establezca desde el diálogo, el debate y el razonamiento colectivo sus objetivos para el actual, no será posible llegar a mostrarlo todo, acaso aquello que es más visible a los ojos de la gente. Pero debe quedar el buen aliento de saber aprovechar las contrariedades de la vida cubana actual para dar un salto que resulte en resiliencia y se parezca más a los sueños de muchos.